David dijo: “Caiga tu sangre sobre tu cabeza. Tu misma boca ha atestiguado contra ti al decir: Yo he dado la muerte al ungido de Yahvé.”
2 Samuel 1:10 - Biblia Nacar-Colunga Yo me acerqué a él y le maté, pues sabía muy bien que no sobreviviría a su derrota; y tomando la diadema que llevaba en la cabeza y el brazalete que tenía en su brazo, se los he traído aquí a mi señor.” Dugang nga mga bersyonBiblia Reina Valera 1960 Yo entonces me puse sobre él y le maté, porque sabía que no podía vivir después de su caída; y tomé la corona que tenía en su cabeza, y la argolla que traía en su brazo, y las he traído acá a mi señor. Biblia Nueva Traducción Viviente »De modo que lo maté —dijo el amalecita a David—, porque me di cuenta de que no iba a vivir. Luego tomé su corona y su brazalete y se los he traído a usted, mi señor. Biblia Católica (Latinoamericana) Entonces me acerqué y lo maté porque bien sabía que no sobreviviría una vez que cayera al suelo; luego tomé la corona que tenía en la cabeza, la pulsera que llevaba en el brazo y se los traje a usted, señor'. La Biblia Textual 3a Edicion Así que me puse junto a él y lo rematé, porque sabía que no podría vivir después de haber caído así, y tomé la corona que tenía en su cabeza y el brazalete que tenía en su brazo, y los he traído aquí a mi señor. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Acerquéme a él y le maté, porque estaba cierto de que no había de sobrevivir a su caída. Tomé luego la diadema que llevaba en la cabeza y el brazalete que tenía en el brazo, y se los he traído aquí a mi señor'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Yo entonces me puse sobre él, y lo maté, porque sabía que no podía vivir después de su caída; y tomé la corona que tenía en su cabeza, y el brazalete que traía en su brazo, y los he traído acá a mi señor. |
David dijo: “Caiga tu sangre sobre tu cabeza. Tu misma boca ha atestiguado contra ti al decir: Yo he dado la muerte al ungido de Yahvé.”
Y él me dijo: “Acércate a mí y mátame, porque me siento presa de una angustia, mientras todavía tengo en mí toda la vida.”
Quitó la corona de Milcom de sobre su cabeza, que pesaba un talento de oro. Tenía una piedra preciosa, y fue puesta en la cabeza de David, que tomó de la ciudad muy gran botín.
sacó al rey, púsole la diadema y los brazaletes y le ungió. Todos entonces palmotearon y gritaron: “¡Viva el rey!”
Cayó de nuestra cabeza la corona. ¡Ay de nosotros, que hemos pecado!
porque con el juicio con que juzgareis seréis juzgados y con la medida con que midiereis se os medirá.
Y dijo Adonisedec: “Setenta reyes con los pulgares de manos y pies amputados migajeaban debajo de mi mesa. Me devuelve Dios lo que yo les hice a ellos”; y le llevaron a Jerusalén y allí murió.'
Llamó él en seguida a su escudero, y le dijo: “Saca tu espada y mátame, para que no pueda decirse que me mató una mujer.” El joven le traspasó, y murió Abimelec.
Entonces dijo el rey a Doeg: “Vuélvete y mata a los sacerdotes.” Y Doeg, edomita, se volvió, y él mató aquel día a los sacerdotes: ochenta y cinco hombres de los que vestían “efod” de lino.