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Lucas 9:29 - Versión Biblia Libre

29 Mientras oraba, la apariencia de su rostro cambió, y su ropa se volvió blanca, tanto que deslumbraba a la vista.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

29 Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

29 Y mientras oraba, la apariencia de su rostro se transformó y su ropa se volvió blanca resplandeciente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

29 Y mientras estaba orando, su cara cambió de aspecto y su ropa se volvió de una blancura fulgurante.

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La Biblia Textual 3a Edicion

29 Y mientras oraba,° la apariencia de su rostro se volvió diferente, y su vestido, blanco resplandeciente.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

29 Y mientras estaba orando, el aspecto de su rostro se transformó y sus vestidos se volvieron de una blancura deslumbrante.

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Lucas 9:29
17 Referencias Cruzadas  

Verán al rey con su maravillosa apariencia, y contemplarán una tierra que se extiende a lo lejos.


Como un brote joven creció ante él, como una raíz que surge de la tierra seca. No tenía belleza ni gloria para que nos fijáramos en él; nada en su aspecto nos atraía.


Entonces Jesús se transformó frente a ellos. Su rostro brillaba como el sol. Sus vestiduras se volvieron blancas como la luz.


Sin embargo, más tarde Jesús se le apareció de una manera distinta a otros dos discípulos que se habían ido al campo.


Aconteció que después de que todos habían sido bautizados, Jesús también se bautizó. Y mientras oraba, se abrió el cielo,


Pero Jesús a menudo solía retirarse a lugares tranquilos para orar.


Un día, poco tiempo después, Jesús subió a una montaña para orar. Allí se quedó toda la noche, orando a Dios.


En otra ocasión, cuando Jesús estaba orando en privado solamente con sus discípulos, les preguntó: “Toda esta multitud de personas, ¿quién dicen que soy?”


Entonces aparecieron dos hombres rodeados de una gloria brillante. Eran Moisés y Elías, y comenzaron a hablar con Jesús.


La Palabra se volvió humana y vivió entre nosotros, y nosotros vimos su gloria, la gloria del único hijo del Padre, lleno de gracia y verdad.


Y todos los que estaban sentados en el concilio miraban atentamente a Esteban, y su rostro brillaba como el rostro de un ángel.


Entonces vi un gran trono blanco con Uno sentado en él. El cielo y la tierra desaparecieron, y no existían más.


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