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Lucas 2:38 - Versión Biblia Libre

38 Y en ese momento, llegó donde ellos estaban, y comenzó a alabar a Dios. Y les habló de Jesús a todos los que estaban allí los que esperaban el tiempo en que Dios libertaría a Jerusalén.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

38 Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

38 Llegó justo en el momento que Simeón hablaba con María y José, y comenzó a alabar a Dios. Habló del niño a todos los que esperaban que Dios rescatara a Jerusalén.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

38 Llegó en aquel momento y también comenzó a alabar a Dios hablando del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.

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La Biblia Textual 3a Edicion

38 También ésta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba acerca de Él° a todos los que esperaban la liberación de Jerusalem.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

38 Presentándose en aquel mismo momento, glorificaba a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.

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Lucas 2:38
11 Referencias Cruzadas  

José de Arimatea, quien era miembro del concilio de gobierno, y que esperaba el reino de Dios, tuvo la valentía de ir donde Pilato y pedirle el cuerpo de Jesús.


“El Señor, Dios de Israel, es maravilloso, pues ha venido a su pueblo y lo ha libertado.


En ese tiempo vivía en Jerusalén un hombre llamado Simeón. Y era un hombre recto y muy piadoso. Él esperaba con ansias la esperanza de Israel, y el Espíritu Santo estaba sobre él.


Ana, la profetisa, vivía también en Jerusalén. Ella era la hija de Fanuel, de la tribu de Aser, y ya estaba muy vieja. Había estado casada por siete años


pero no había estado de acuerdo con sus decisiones y acciones. Este hombre venía de la ciudad judía de Arimatea, y estaba esperando con ansias el reino de Dios.


Nosotros esperábamos que él fuera el que iba a rescatar a Israel. Ya hace tres días que ocurrió todo esto”.


¡Gracias a Dios porque su don es más grande que lo que las palabras pueden expresar!


Alabado sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, quien nos ha bendecido en Cristo con todo lo que es espiritualmente bueno en el mundo celestial,


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