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Jueces 3:8 - Versión Biblia Libre

8 El Señor se enojó con Israel, y los vendió a Cusán-Risatayín, rey de Aram Najarayín. Los israelitas estuvieron sometidos a Cusán-Risatayín durante ocho años.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

8 Y la ira de Jehová se encendió contra Israel, y los vendió en manos de Cusan-risataim rey de Mesopotamia; y sirvieron los hijos de Israel a Cusan-risataim ocho años.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Entonces el Señor ardió de enojo contra Israel y lo entregó en manos de Cusán-risataim, rey de Aram-naharaim. Y los israelitas sirvieron a Cusán-risataim durante ocho años.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Entonces estalló contra Israel la cólera de Yavé. Los dejó caer en las manos de Cusán-Riseataim, rey de Edom, y los israelitas estuvieron sometidos a Cusán-Riseataim por ocho años.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Por tanto la ira de YHVH se encendió contra Israel y los entregó en mano de Cusán-Risataim,° rey de Aram-Naharaim,° y los hijos de Israel sirvieron a Cusán-Risataim ocho años.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 La ira de Yahveh se encendió contra Israel, y los entregó en manos de Cusán Risatáin, rey de Aram Naharáin. Los israelitas estuvieron sometidos a Cusán Risatáin durante ocho años.

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Jueces 3:8
20 Referencias Cruzadas  

Entonces el siervo preparó diez camellos de su señor para llevar todo tipo de regalos de parte de Abraham y se fue hacia la ciudad de Nacor, en Aram-Najaraim.


Y los entregó a las naciones paganas. Estos pueblos que los odiaban ahora se convirtieron en sus dirigentes.


Muchos enemigos me han atacado desde que era joven. Que todo Israel diga:


Has vendido a tu propio pueblo por el precio de nada, no haciendo ni una sola queja al momento de la venta.


Señor, por favor, no me condenes por causa de tu enojo hacia mi; por favor, no me castigues con tu ira.


Retiraste tu furia; y te alejaste de tu feroz ira.


Me enfadaré y mataré a quien se aproveche de ellos con espada. Entonces sus esposas se convertirán en viudas y sus hijos quedarán huérfanos.


Esto es lo que dice el Señor: ¿Dónde está el certificado de divorcio de tu madre que le di cuando la despedí? ¿A cuál de mis acreedores te vendí? Mira. Fuiste vendido por tus pecados, y tu madre fue despedida por tu maldad.


Me volveré contra ti y serás derrotado por tus enemigos. La gente que te odia gobernará sobre ti, ¡y huirás incluso cuando nadie te esté persiguiendo!


Vi el sufriemiento de las tiendas de Cusán, y las cortinas de las tiendas en la tierra de Madián tiemblan,


Comprendemos que la ley es espiritual, pero yo soy totalmente humano, un esclavo del pecado.


El Señor nunca querría perdonarlos. De hecho, su ferviente ira arderá contra ellos, y cada maldición escrita en este libro caerá sobre ellos. El Señor borrará su nombre de la tierra,


¿Cómo podría un hombre perseguir a mil, o dos hacer huir a diez mil, si su Roca de protección no los hubiera vendido, si el Señor no los hubiera entregado?


Como el Señor se enojó con Israel, los entregó a los invasores que los saquearon. Los vendió a sus enemigos de alrededor, enemigos a los que ya no podían resistir.


Como resultado, el Señor se enojó con Israel y les dijo: “Debido a que esta nación ha quebrantado el acuerdo que ordené a sus antepasados que obedecieran, y no ha prestado atención a lo que dije,


El Espíritu del Señor vino sobre él, y se convirtió en juez de Israel. Fue a la guerra con Cusán-Risatayín, rey de Aram, y el Señor entregó al rey a Otoniel, que salió victorioso.


Los israelitas hicieron lo que era malo a los ojos del Señor. Ignoraron al Señor, su Dios, y adoraron las imágenes de los baales y de los ashires.


Pero cuando los israelitas clamaron al Señor para que los ayudara, él proveyó a alguien para rescatarlos, Otoniel, hijo de Quenaz, hermano menor de Caleb, y él los salvó.


“Definitivamente iré contigo”, respondió Débora, “pero si vas a tomar ese camino, no recibirás ningún respeto, porque el Señor entregará a Sísara en manos de una mujer”. Débora se levantó y fue con Barac a Cedes.


Pero se olvidaron del Señor, su Dios, y éste los abandonó en manos de Sísara, comandante del ejército de Hazor, de los filisteos y del rey de Moab, que los atacó.


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