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Jeremías 39:8 - Versión Biblia Libre

8 Los babilonios quemaron el palacio del rey y las casas del pueblo, y demolieron las murallas de Jerusalén.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

8 Y los caldeos pusieron a fuego la casa del rey y las casas del pueblo, y derribaron los muros de Jerusalén.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Mientras tanto, los babilonios quemaron Jerusalén, incluidos el palacio real y las casas del pueblo, y derribaron las murallas de la ciudad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Los caldeos incendiaron el palacio real y las casas del pueblo, y demolieron las murallas de Jerusalén.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Y los caldeos quemaron a fuego la casa del rey y las casas del pueblo, y derribaron los muros de Jerusalem.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 Los caldeos prendieron fuego al palacio real y a las casas de la población y derribaron las murallas de Jerusalén.

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Jeremías 39:8
25 Referencias Cruzadas  

El séptimo día del quinto mes, en el año decimonoveno de Nabucodonosor, rey de Babilonia, entró en Jerusalén Nabuzaradán, comandante de la guardia, un oficial del rey de Babilonia.


Luego los babilonios quemaron el Templo de Dios y demolieron las murallas de Jerusalén. Incendiaron todos los palacios y destruyeron todo lo que tenía algún valor.


Me dijeron: “El remanente que quedó del exilio está allí en la provincia, pero tiene muchos problemas y se siente humillado. Las murallas de Jerusalén han sido derribadas y sus puertas incendiadas”.


Porque ellos han destruido a los descendientes de Jacob y convirtieron nuestra nación en un desierto.


Oí al Señor Todopoderoso declarar: Puedes estar seguro de que muchas casas están destinadas a convertirse en ruinas, y hermosas mansiones destinadas a quedar deshabitadas.


Pero si se niegan a escucharme y a santificar el día de reposo no llevando carga al entrar por las puertas de Jerusalén en el día de reposo, entonces incendiaré sus puertas con un fuego imposible de apagar, y quemará las fortalezas de Jerusalén.


Porque estoy decidido a traer un desastre sobre esta ciudad, y no bendiciones, declara el Señor. Será entregada al rey de Babilonia, que la destruirá con fuego.


Los babilonios que están atacando la ciudad van a venir y la van a incendiar. La quemarán, incluso las casas de la gente que me hizo enojar quemando incienso a Baal en sus azoteas, y derramando libaciones en adoración de otros dioses.


Esto es lo que dice el Señor, el Dios de Israel: Ve a hablar con Sedequías, rey de Judá, y dile que esto es lo que dice el Señor: ¡Escucha! Estoy a punto de entregar esta ciudad al rey de Babilonia, y él la va a incendiar.


¡Escuchen! Yo daré la orden, declara el Señor, y los haré volver a Jerusalén. La atacarán, la capturarán y la quemarán. Voy a destruir las ciudades de Judá para que nadie viva allí.


De hecho, aunque ustedes pudieran matar a todo el ejército babilónico que los ataca, dejando sólo a los hombres heridos en sus tiendas, igual se levantarían y quemarían esta ciudad.


Pero si no te entregas a los oficiales del rey de Babilonia, esta ciudad será entregada a los babilonios. Ellos la incendiarán, y tú mismo no escaparás de ser capturado’”.


Atraviesa sus viñedos y destrúyelos, pero no los destruyas por completo. Arranca sus ramas, porque no le pertenecen al Señor.


Esto es lo que dice el Señor: ¡Mira! Mi ira se derramará sobre este país, sobre las personas y los animales, sobre los huertos y las cosechas del campo. Arderá y nadie podrá apagarlo.


El invasor ha robado todos sus tesoros. Incluso tuvo que ver cómo las naciones paganas entraban en su santuario, gente a quienes tú les habías prohibido entrar.


El Señor ha destruido sin piedad todos los lugares donde vivían los descendientes de Jacob. En su ira ha derribado las fortalezas de la hija de Judá. Ha demolido y degradado el reino y a sus dirigentes.


El Señor ha desechado su altar; ha abandonado su Templo. Lo ha entregado al enemigo. Gritaban triunfalmente en el Templo del Señor como lo hacían los adoradores en los días de fiesta.


Quemarán sus casas y los castigarán mientras muchas mujeres lo observan. “Detendré tu prostitución, y no volverás a pagar a tus amantes.


La turba los apedreará y los matará con sus espadas, matando a sus hijos e hijas y quemando sus casas.


El quinto día del décimo mes del duodécimo año de nuestro exilio, llegó un refugiado que había escapado de Jerusalén y me dijo: “¡La ciudad ha sido capturada!”


Por eso enviaré fuego sobre Judá y consumiré los castillos de Jerusalén.


Por lo tanto, por causa de ustedes Sión será como un campo arado, y Jerusalén como una montaña de escombros, y el monte en el Templo quedará recubierto de maleza.


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