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Jeremías 14:3 - Versión Biblia Libre

3 Los ricos envían a sus siervos a buscar agua. Van a las cisternas, pero no encuentran agua. Regresan con las tinajas vacías, decepcionados y avergonzados, cubriendo sus cabezas.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

3 Los nobles enviaron sus criados al agua; vinieron a las lagunas, y no hallaron agua; volvieron con sus vasijas vacías; se avergonzaron, se confundieron, y cubrieron sus cabezas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Los nobles envían a sus sirvientes a buscar agua, pero los pozos están secos. Confundidos y desesperados, los siervos regresan con sus cántaros vacíos, y con sus cabezas cubiertas en señal de dolor.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Los ricos mandaron a los pobres a buscar agua;'

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Los nobles envían a sus criados° por agua, Van a las cisternas, pero no encuentran agua, Y vuelven con los cántaros vacíos, Avergonzados y confusos, cubren sus cabezas,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Sus nobles mandan a sus criados por agua: éstos van a los aljibes, pero no la encuentran; vuelven con sus cántaros vacíos. Están avergonzados y confusos y se cubren la cabeza.

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Jeremías 14:3
23 Referencias Cruzadas  

David siguió su camino hacia el Monte de los Olivos, llorando mientras lo hacía. Llevaba la cabeza cubierta y caminaba descalzo. Toda la gente que lo acompañaba se cubría la cabeza, llorando a su paso.


El rey se tomó el rostro entre las manos y sollozó en voz alta: “¡Hijo mío Absalón! Absalón, hijo mío, hijo mío!”


Un tiempo después, el arroyo se secó porque no había llovido en la tierra.


No escuchen a Ezequías. Esto es lo que dice el rey: Haz un tratado de paz conmigo y ríndete a mí. Así cada uno comerá de su propia vid y de su propia higuera, y beberá agua de su propio pozo.


Mardoqueo regresó a la puerta del palacio, pero Amán corrió a su casa, llorando y cubriendo su cabeza de vergüenza.


pero sus esperanzas se desvanecieron: llegaron y no encontraron nada.


Que todos los que me acusan sean revestidos con desgracias; que se cubran a sí mismos con capas de vergüenza.


Derrota y humilla a los que están intentando matarme; lleva desgracia a los que están tratando de herirme.


La tierra se ha secado porque no ha llovido en el país. Los campesinos se avergüenzan y se cubren la cabeza.


¿Por qué mi dolor no cesa nunca? ¿Por qué mi herida es incurable? ¿Por qué no se puede curar? Realmente te has convertido en un arroyo estacional para mí, una fuente de agua poco fiable.


Porque mi pueblo ha hecho dos cosas malas. Me han abandonado a mí, la fuente de agua viva, y han cavado sus propias cisternas: cisternas rotas que no pueden retener el agua.


De hecho, irás al exilio con las manos en la cabeza como los prisioneros, porque el Señor no tendrá nada que ver con aquellos en los que ustedes confían; y ellos no les servirán de ayuda.


Pero el Señor está a mi lado como un poderoso guerrero. Por eso, los que me atacan caerán. No ganarán. Al no tener éxito quedarán totalmente deshonrados. Su vergüenza no se olvidará jamás.


Por eso no se ha enviado rocío ni han caído lluvias de primavera. Pero tú te limitas a comportarte como una prostituta; te niegas a aceptar que has hecho algo malo.


Los lactantes tienen tanta sed que la lengua se les pega al paladar. Los niños pequeños piden comida, pero nadie les da nada.


“De lo contrario la dejaré desnuda, tal como el día en que nació, y la convertiré en un desierto, en un terreno árido, y la dejaré morir de sed.


Hasta los animales en las granjas anhelan tu ayuda porque los arroyos se han secado, y el fuego ha destruido los pastizales en el desierto.


Yo detuve la Lluvia cuando faltaban tres meses antes de la cosecha. La lluvia caía en una ciudad y no en otra. Así mismo caía en un campo y no en otro.


La gente andaba de ciudad en ciudad buscando agua, pero seguían sedientos. Y aún así no volvieron a mi, dice el Señor.


Si alguno de los pueblos del mundo se niega a ir a Jerusalén a adorar al Rey, el Señor, Todopoderoso, la lluvia cesará


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