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Génesis 19:2 - Versión Biblia Libre

2 “Señores, por favor, entren y quédense en mi casa esta noche”, les dijo. “Pueden lavar sus pies y seguir su camino temprano por la mañana”. Pero ellos le respondieron: “No te preocupes. Pasaremos la noche aquí en la plaza”.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

2 y dijo: Ahora, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis, y lavaréis vuestros pies; y por la mañana os levantaréis, y seguiréis vuestro camino. Y ellos respondieron: No, que en la calle nos quedaremos esta noche.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 —Señores míos —dijo él—, vengan a mi casa para lavarse los pies, y sean mis huéspedes esta noche. Entonces mañana podrán levantarse temprano y seguir su camino. —Oh, no —respondieron ellos—. Pasaremos la noche aquí, en la plaza de la ciudad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 y les dijo: 'Señores míos, les ruego que vengan a la casa de este siervo suyo a pasar la noche. Se lavarán los pies, descansarán y mañana, al amanecer, podrán seguir su camino. Ellos le respondieron: 'No, pasaremos la noche en la plaza. Pero él insistió tanto, que lo siguieron a su casa, y les preparó comida.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 dijo: Mirad señores míos, os ruego que os desviéis a casa de vuestro siervo, pernoctéis y lavéis vuestros pies. De madrugada os levantaréis y podréis seguir vuestro camino. Mas ellos contestaron: No, pasaremos la noche en la plaza.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 y les dijo: 'Os ruego, señores míos, que vengáis a la casa de vuestro siervo y paséis en ella la noche. Os lavaréis los pies; y por la mañana os levantaréis y seguiréis vuestro camino'. Contestaron: 'No. Pasaremos la noche en la plaza'.

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Génesis 19:2
15 Referencias Cruzadas  

Permítanme traerles agua para lavarse sus pies, y para que descansen junto al árbol.


Los dos ángeles llegaron esa noche a Sodoma. Y Lot estaba sentado en la puerta de la ciudad. Y cuando vio a los hombres se levantó para recibirlos, y se inclinó con su rostro en tierra.


Pero Lot insistió, y los dos hombres fueron con él a su casa. Les preparó alimentos y coció pan para que comieran.


“Por favor, ven conmigo, bendito del Señor”, le dijo Labán. “¿Qué esperas aquí? Tengo la casa preparada para ti, y un lugar donde los camellos pueden estar”.


El mayordomo los llevó dentro de la casa de José, les dio agua para que se lavaran los pies, y les dio comida para sus asnos.


Entonces David le dijo a Urías: “Vete a casa y descansa”. Urías abandonó el palacio, y el rey le envió un regalo después de su partida.


Nunca he dejado dormir a extraños en la calle; he abierto mis puertas a los viajeros.


No visites la casa de tu vecino con mucha frecuencia, o se cansarán y te aborrecerán.


Respondí: “Ya me he desvestido. No tengo que volver a vestirme, ¿verdad? Ya me he lavado los pies. No tengo que ensuciarlos de nuevo, ¿verdad?”


Y dándose vuelta hacia la mujer, le dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Cuando vine a tu casa, no me ofreciste agua para lavar mis pies. Pero ella ha lavado mis pies con sus lágrimas, y los ha secado con su cabello.


Echó agua en un tazón y comenzó a lavar los pies de sus discípulos, secándolos con la toalla con la que se había ceñido.


Después que ella y toda su casa se bautizaron, nos rogó: “Si ustedes realmente creen que estoy comprometida con el Señor, vengan y quédense en mi casa”. Y siguió insistiendo hasta que aceptamos.


No olviden mostrar amor por los extranjeros también, porque al hacerlo muchos han recibido ángeles sin saberlo.


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