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2 Samuel 14:30 - Versión Biblia Libre

30 Entonces Absalón les dijo a sus siervos: “Miren, el campo de Joab está al lado del mío, y tiene cebada creciendo allí. Vayan y préndanle fuego”. Los siervos de Absalón fueron y prendieron fuego al campo.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

30 Entonces dijo a sus siervos: Mirad, el campo de Joab está junto al mío, y tiene allí cebada; id y prendedle fuego. Y los siervos de Absalón prendieron fuego al campo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

30 Finalmente Absalón les dijo a sus siervos: «Vayan y préndanle fuego al campo de cebada de Joab, el que está junto al mío». Entonces fueron y le prendieron fuego al campo tal como Absalón les había mandado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

30 Entonces dijo a sus sirvientes: '¿Ven ustedes el campo de Joab que está al lado del mío, en el que se sembró cebada? Pues bien, vayan y préndanle fuego'. Los sirvientes de Absalón prendieron fuego al campo. Inmediatamente fueron los sirvientes de Joab a buscarlo con la ropa hecha tiras y le dijeron: 'Los sirvientes de Absalón prendieron fuego a todo el campo'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

30 Entonces dijo a sus siervos: Mirad, la parcela de Joab está junto a la mía,° allí tiene la cebada. ¡Id y prendedle fuego! Y los siervos de Absalón prendieron fuego a la parcela.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

30 Dijo entonces Absalón a sus servidores: 'Ya sabéis que el campo de Joab está junto al mío; allí tiene él la cebada. Id y prendedle fuego'. Y, en efecto, los criados de Absalón prendieron fuego al campo.

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2 Samuel 14:30
9 Referencias Cruzadas  

Absalón llamó a Joab para que le permitiera ver al rey, para que Joab lo enviara al rey, pero Joab se negó a ir. Absalón volvió a llamar a Joab, pero éste siguió sin venir.


Joab fue a la casa de Absalón y preguntó: “¿Por qué tus siervos incendiaron mi campo?” .


“No voy a perder el tiempo esperando así contigo”, le dijo Joab. Agarró tres lanzas y se las clavó en el corazón a Absalón cuando aún estaba vivo, colgado de la encina.


“¡Tírenla al suelo!”, gritó. Y ellos la arrojaron al suelo. Su sangre salpicó la pared y los caballos, que la pisotearon.


“Esta vez no se me puede culpar por los problemas que le voy a causar a los filisteos”, declaró Sansón.


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