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Hechos 25:8 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

8 Pablo se defendía: ―No he cometido ninguna falta contra la Ley de los judíos ni contra el Templo ni contra el césar.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

8 alegando Pablo en su defensa: Ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra César he pecado en nada.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 Pablo negó los cargos. «No soy culpable de ningún delito contra las leyes judías, ni contra el templo, ni contra el gobierno romano», dijo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Pablo se defendió diciendo: 'Yo no he cometido ninguna falta contra la Ley de los judíos, ni contra el Templo, ni contra el César.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 mientras Pablo decía en su defensa: Ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra César he pecado.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 mientras que Pablo se defendía diciendo: 'Ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra el César, he cometido falta alguna'.

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Hechos 25:8
13 Referencias Cruzadas  

Pablo se quedó mirando fijamente al tribunal y dijo: ―Amigos israelitas, hasta hoy yo he actuado delante de Dios con toda buena conciencia.


Mis acusadores no me encontraron discutiendo con nadie en el Templo. No me pueden acusar de alborotar a la gente en las sinagogas ni en ninguna otra parte de la ciudad.


Sin embargo, sí confieso que adoro al Dios de nuestros antepasados. Lo adoro junto con el grupo de los que han aceptado el mensaje de Jesús. Y lo he aceptado porque estoy de acuerdo con todo lo que enseña la Ley. También creo lo que está escrito en el libro de los Profetas. A este grupo mis acusadores lo llaman secta.


Incluso trató de echar a perder la buena fama de nuestro Templo. Por eso lo arrestamos.


Pablo contestó: ―Ya estoy ante el tribunal del césar, que es donde se me debe juzgar. No les he hecho ningún mal a los judíos, como usted sabe muy bien.


Tres días más tarde, Pablo invitó a los dirigentes de los judíos. Cuando estuvieron reunidos, les dijo: ―Amigos israelitas, yo no he hecho nada contra mi pueblo ni contra las costumbres de nuestros antepasados. Sin embargo, los judíos me arrestaron en Jerusalén y me entregaron a los romanos.


―Nosotros no hemos recibido ninguna carta de Judea que tenga que ver contigo —le contestaron ellos—. Tampoco ha llegado ningún judío de allá con malos informes o que haya hablado mal de ti.


Para nosotros, es motivo de satisfacción el saber que no hemos hecho nada malo. Nos hemos comportado en el mundo, y especialmente entre ustedes, con la honestidad y sinceridad que vienen de Dios. Y lo hemos logrado gracias al amor inmerecido de Dios, y no gracias a nuestra sabiduría humana.


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