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Hechos 20:25 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

25 »Escuchen, yo sé que ninguno de ustedes volverá a verme. Pero a todos les he anunciado el mensaje del reino de Dios.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

25 Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros, entre quienes he pasado predicando el reino de Dios, verá más mi rostro.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

25 »Y ahora sé que ninguno de ustedes, a quienes les he predicado del reino, volverá a verme.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

25 Ahora sé que ya no me volverán a ver todos ustedes, entre quienes pasé predicando el Reino.

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La Biblia Textual 3a Edicion

25 Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de vosotros entre quienes pasé predicando el reino,° volverá a ver mi rostro.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

25 Mirad: yo sé que no veréis más mi rostro ninguno de vosotros, entre los que pasé predicando el reino.

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Hechos 20:25
13 Referencias Cruzadas  

Dondequiera que vayan, prediquen este mensaje: “El reino de los cielos está cerca”.


Cuando alguien oye la palabra acerca del reino y no la entiende, viene el maligno y arrebata lo que se sembró en su corazón. Estas son las semillas sembradas junto al camino.


―Todo maestro de la Ley que ha sido instruido acerca del reino de los cielos es como el dueño de una casa, que de lo que tiene guardado saca tesoros nuevos y viejos.


Desde entonces comenzó Jesús a predicar: «Arrepiéntanse, porque el reino de los cielos está cerca».


Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas, anunciando la buena noticia del reino y sanando toda enfermedad y dolor entre la gente.


»Las enseñanzas de la Ley y de los Profetas se proclamaron hasta Juan. Desde entonces se anuncia la buena noticia del reino de Dios, y todos se esfuerzan por entrar en él.


―Deja que los muertos entierren a sus muertos, pero tú ve y anuncia el reino de Dios —le respondió Jesús.


Lo que más los entristecía era su declaración de que ellos no volverían a verlo. Luego lo acompañaron hasta el barco.


Predicaba del reino de Dios y enseñaba acerca del Señor Jesucristo sin impedimento y sin temor alguno.


Pero Felipe les anunció la buena noticia del reino de Dios y el nombre de Jesucristo. Entonces, tanto hombres como mujeres creyeron y se bautizaron.


Ahora ya no me queda en estas regiones un lugar donde anunciar la buena noticia, y por muchos años he deseado verlos.


Sin embargo, en Judea, las iglesias de Cristo no me conocían personalmente.


Quiero que sepan de la gran lucha que sostengo por el bien de ustedes y de los que están en Laodicea, y de tantos que no me conocen personalmente.


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