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Hechos 2:33 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

33 Dios, con su poder, le dio un sitio de honor. Y él, habiendo recibido del Padre el Espíritu Santo prometido, nos lo ha dado a nosotros. Esto es lo que ustedes ahora ven y oyen.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

33 Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

33 Ahora él ha sido exaltado al lugar de más alto honor en el cielo, a la derecha de Dios. Y el Padre, según lo había prometido, le dio el Espíritu Santo para que lo derramara sobre nosotros, tal como ustedes lo ven y lo oyen hoy.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

33 Después de haber sido exaltado a la derecha de Dios, ha recibido del Padre el don que había prometido, me refiero al Espíritu Santo que acaba de derramar sobre nosotros, como ustedes están viendo y oyendo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

33 Así que, exaltado a° la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado° esto que vosotros veis y oís.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

33 Elevado a la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo ha derramado. Y eso es lo que vosotros estáis viendo y oyendo.

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Hechos 2:33
32 Referencias Cruzadas  

Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: ―Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra.


Después de hablar con ellos, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.


Ahora voy a enviarles lo que ha prometido mi Padre. Pero ustedes quédense en la ciudad hasta que hayan recibido el poder de lo alto.


Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Consolador para que los acompañe siempre:


Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas. Y les hará recordar todo lo que les he dicho.


»Yo les enviaré, de parte del Padre, al Consolador. Él es el Espíritu de verdad que procede del Padre. Cuando él venga, testificará acerca de mí.


Y ahora, Padre, dame la gloria en tu presencia, como la gloria que tuve contigo antes de que el mundo existiera.


Una vez, mientras comía con ellos, les ordenó: ―No se alejen de Jerusalén, sino esperen la promesa del Padre, de la cual les he hablado:


Los creyentes judíos que habían llegado con Pedro se quedaron asombrados. Les sorprendía que el don del Espíritu Santo se hubiera derramado también sobre los no judíos.


»“Sucederá que en los últimos días —dice Dios— derramaré mi Espíritu sobre todas las personas. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán. Los jóvenes tendrán visiones y los ancianos tendrán sueños.


Por su poder, Dios lo exaltó como Príncipe y Salvador, para que diera a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.


Y esta esperanza no nos falla, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado.


Así sucedió, para que, por medio de Cristo Jesús, la bendición prometida a Abraham llegara a las naciones. De ese modo, también por creer en Cristo recibimos el Espíritu que Dios nos ha prometido.


Ustedes oyeron el mensaje de la verdad, la buena noticia que les trajo la salvación. Cuando creyeron en ese mensaje, recibieron el Espíritu Santo prometido. Y, al recibirlo, fueron marcados como propiedad de Dios. Y esto se lo debemos a Cristo.


Por esto dice: «Cuando subió al cielo, se llevó consigo a los prisioneros y dio dones a los hombres».


Pues por medio de Jesucristo nuestro Salvador nos fue dado el Espíritu Santo en abundancia.


Pero Jesucristo, como sacerdote, ofreció por los pecados un solo sacrificio para siempre. Después se sentó a la derecha de Dios.


Pero lo que sí vemos es que Jesús, quien fue hecho un poco inferior a los ángeles, ha sido coronado de gloria y honra por haber sufrido la muerte. Así, por el amor inmerecido de Dios, la muerte que él sufrió resulta en beneficio de todos, aunque no lo merecemos.


Por medio de él ustedes creen en Dios, que lo resucitó y le dio gloria. Es por eso que la fe de ustedes y su confianza están puestas en Dios.


Él subió al cielo y tomó su lugar a la derecha de Dios, y los ángeles y los espíritus con autoridad y poder lo obedecen.


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