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Hechos 16:13 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

13 El sábado salimos a las afueras de la ciudad y fuimos por la orilla del río, donde esperábamos encontrar un lugar de oración. Nos sentamos y nos pusimos a conversar con las mujeres que se habían reunido.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

13 Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

13 El día de descanso nos alejamos un poco de la ciudad y fuimos a la orilla de un río, donde pensamos que la gente se reuniría para orar, y nos sentamos a hablar con unas mujeres que se habían congregado allí.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

13 y el sábado salimos a las afueras de la ciudad, a orillas del río, donde era de suponer que los judíos se reunían para orar. Nos sentamos y empezamos a hablar con las mujeres que habían acudido.

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La Biblia Textual 3a Edicion

13 Y en el día del sábado° salimos fuera de la puerta, junto al río, donde suponíamos que había un lugar de oración; y sentándonos, hablábamos a las mujeres que se habían reunido.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

13 cuando el sábado salimos extramuros, junto a un río, donde pensábamos que estaría el lugar destinado a la oración, nos sentamos y empezamos a hablar a las mujeres que se habían reunido.

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Hechos 16:13
17 Referencias Cruzadas  

Era tal la cantidad de gente que se reunió para verlo que él tuvo que subir a una barca donde se sentó mientras toda la gente estaba de pie en la orilla.


Les dijo: ―Vayan por todo el mundo y anuncien la buena noticia a toda criatura.


Un sábado Jesús estaba enseñando en una de las sinagogas.


Al amanecer se presentó de nuevo en el Templo. Toda la gente se le acercó, y él se sentó a enseñarles.


Ellos, por su parte, siguieron su viaje desde Perge hasta Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y se sentaron.


Al salir ellos de la sinagoga, los invitaron a que el siguiente sábado les hablaran más de estas cosas.


Una vez, cuando íbamos al lugar de oración, nos salió al encuentro una joven esclava que tenía un espíritu de adivinación. Con sus poderes ganaba mucho dinero para sus amos.


Atravesaron la región de Frigia y Galacia, ya que el Espíritu Santo les había impedido que predicaran la palabra en la provincia de Asia.


Como era su costumbre, Pablo entró en la sinagoga. Y durante tres sábados seguidos discutió con ellos, haciendo uso de las Escrituras.


Todos los sábados discutía en la sinagoga, tratando de convencer a judíos y a griegos.


El primer día de la semana nos reunimos para partir el pan. Como iba a salir al día siguiente, Pablo estuvo hablando a los creyentes y prolongó su discurso hasta la medianoche.


Pero, al cabo de algunos días, salimos y continuamos nuestro viaje. Todos los discípulos, incluso las mujeres y los niños, nos acompañaron hasta las afueras de la ciudad, y allí en la playa nos arrodillamos y oramos.


En seguida se dedicó a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios.


Ya no importa si son judíos o griegos, esclavos o libres, hombres o mujeres, sino que todos ustedes son iguales gracias a Cristo Jesús.


Esto lo hizo para que ustedes sigan confiando firmes en Cristo, sin dudar ni un momento. Para que no dejen de creer en la seguridad que les da el mensaje de la buena noticia. Este es el mensaje que ustedes oyeron y que ha sido anunciado en toda la creación debajo del cielo. Y yo, Pablo, he llegado a ser predicador de ese mensaje.


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