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Hebreos 9:23 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

23 Así que era necesario que todas las cosas del santuario, que eran copias de las que están en el cielo, fueran limpiadas de pecado por medio de esos sacrificios. Pero las cosas del santuario del cielo exigen sacrificios superiores a aquellos.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

23 Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

23 Por esa razón, el tabernáculo y todo lo que en él había —que eran copias de las cosas del cielo— debían ser purificados mediante la sangre de animales; pero las cosas verdaderas del cielo debían ser purificadas mediante sacrificios superiores a la sangre de animales.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

23 Tal vez fuera necesario purificar aquellas cosas que sólo son figuras de las realidades sobrenaturales, pero esas mismas realidades necesitan sacrificios más excelentes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

23 Era pues necesario que las representaciones de las cosas celestiales fueran purificadas con estos ritos, pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que éstos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

23 Si, pues, fue necesario que las figuras de las realidades celestiales fueran purificadas con estos procedimientos, entonces las realidades celestiales mismas requieren sacrificios aún más excelentes.

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Hebreos 9:23
14 Referencias Cruzadas  

¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo estas cosas antes de entrar en su gloria?


―Esto es lo que dicen —les explicó—: El Cristo morirá y resucitará al tercer día.


Y, si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo. Así ustedes estarán donde yo esté.


Ahora, pónganse de acuerdo con el tribunal y pídanle al comandante que traiga al prisionero. Díganle que necesitan información más precisa sobre su caso. Nosotros estaremos listos para matarlo en el camino.


Todo eso es una sombra de las cosas que estaban por venir. Pero Cristo nos muestra lo que es verdad.


Dios nos dio la Ley como una manera de mostrarnos todo lo bueno que pensaba darnos luego. No era eso lo que en verdad pensaba darnos. Es por eso por lo que la Ley nunca puede hacer perfectos a los que se acercan a Dios. Siguiendo la Ley, los sacerdotes ofrecían los mismos sacrificios sin cesar año tras año, pero no pudieron hacer a nadie perfecto.


Pues es imposible que la sangre de los toros y de los chivos quite los pecados.


Estos sacerdotes sirven en un santuario que es copia y sombra del que está en el cielo. Por eso, cuando Moisés estaba a punto de construir la tienda del pacto, Dios le dijo: «Procura que todo esto sea una copia exacta de lo que se te mostró en el monte».


Si esto es así, ¡cuánto más poder tiene la sangre de Cristo! Porque, por medio del Espíritu eterno, Cristo se ofreció sin pecado a Dios. Su sangre limpiará nuestra conciencia, y no se nos declarará culpables de pecados que conducen a la muerte eterna, para que sirvamos al Dios viviente.


En efecto, Cristo no entró en un santuario hecho por manos humanas, que era solo copia del verdadero santuario. Él entró en el cielo mismo, para presentarse ahora ante Dios en favor nuestro.


Y entonaban este nuevo cántico: «Digno eres de recibir el rollo y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado. Con tu sangre compraste para Dios gente de toda tribu, idioma, pueblo y nación.


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