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Hebreos 9:19 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

19 Primero, Moisés dio a conocer todos los mandamientos de la Ley a todo el pueblo. Después tomó en sus manos la sangre de los toros y de los chivos junto con agua, lana roja y ramas de hisopo. Luego la roció sobre el libro de la Ley y sobre todo el pueblo

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

19 Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Pues después de que Moisés había leído cada uno de los mandamientos de Dios a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y las cabras junto con agua, y roció tanto el libro de la ley de Dios como a todo el pueblo con ramas de hisopo y lana de color escarlata.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Cuando Moisés terminó de proclamar ante el pueblo todas las ordenanzas de la Ley, tomó sangre de terneros y de chivos, la mezcló con agua, lana roja e hisopo y roció el propio libro del testamento y al pueblo, diciendo:

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 porque habiendo sido proclamados por Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomando la sangre de los becerros, con agua y lana escarlata e hisopo, roció el rollo mismo, y a todo el pueblo,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Porque, tras haber leído Moisés a todo el pueblo el conjunto de las prescripciones legales, tomando la sangre de los becerros y machos cabríos, juntamente con agua, lana escarlata e hisopo, roció al libro mismo y a todo el pueblo,

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Hebreos 9:19
26 Referencias Cruzadas  

Le quitaron la ropa y le pusieron un manto de color rojo.


Le pusieron un manto de color púrpura; luego hicieron una corona de espinas y se la colocaron.


Después de burlarse de él, le quitaron el manto púrpura, le pusieron su propia ropa y se lo llevaron para crucificarlo.


Los soldados hicieron una corona de espinas y se la pusieron a Jesús en la cabeza. Además, lo vistieron con un manto de color púrpura.


Cuando salió Jesús, llevaba puestos la corona de espinas y el manto de color púrpura. ―¡Aquí tienen al hombre! —les dijo Pilato.


Dios habló en otras épocas a nuestros antepasados. Lo hizo por medio de los profetas en diversas ocasiones y de varias maneras.


Acerquémonos entonces a Dios con corazón sincero y con la completa seguridad que da la fe. Cristo nos ha limpiado de pecado, como quien es bañado con agua pura. Por eso, acerquémonos con una conciencia tranquila.


Pues es imposible que la sangre de los toros y de los chivos quite los pecados.


Han llegado hasta Jesús, y por medio de él Dios ha hecho un nuevo pacto con ustedes. Y todo gracias a la sangre que él derramó al morir. Esa sangre es mejor que la de Abel, porque su sangre pide venganza, pero la de Jesús ofrece perdón.


Cristo entró una sola vez y para siempre en el Lugar Santísimo. No entró con sangre de chivos y toros, sino con su propia sangre. Así logró para nosotros una liberación eterna.


Las personas que por alguna falta eran consideradas no dignas de adorar a Dios eran rociadas con la sangre de chivos y de toros y con las cenizas de una novilla. Así eran perdonadas de su falta, de modo que quedaban limpias por fuera.


Por eso incluso el primer pacto se hizo válido al derramar la sangre de animales sacrificados.


Según el plan de Dios el Padre, ustedes fueron elegidos por medio del Espíritu, quien nos apartó para ser parte de su pueblo. Y así cuando Jesucristo derramó su sangre en la cruz, nos limpió de pecado y pudimos obedecerlo. Le pido a Dios que les permita gozar de su inmerecido amor y de su paz.


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