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Hebreos 10:29 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

29 ¿Cuánto mayor castigo piensan ustedes que merece el que ha despreciado al Hijo de Dios? ¿Qué castigo recibirá el que ha rechazado la sangre de Cristo? Pues esa sangre es la del pacto por medio del cual había sido elegido por Dios. Quien así actúa ha insultado al Espíritu de Dios, quien nos ama, aunque no lo merezcamos.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

29 Piensen, pues, cuánto mayor será el castigo para quienes han pisoteado al Hijo de Dios y han considerado la sangre del pacto —la cual nos hizo santos— como si fuera algo vulgar e inmundo, y han insultado y despreciado al Espíritu Santo que nos trae la misericordia de Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

29 ¿Qué pasará entonces con el que pisoteó al Hijo de Dios? ¿Qué castigo merecerá, según ustedes, el que ha profanado la sangre de la alianza con la cual fue santificado y ha insultado al Espíritu, don de Dios?

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La Biblia Textual 3a Edicion

29 ¿Cuánto peor castigo pensáis que merecerá el que pisoteó al Hijo de Dios y tuvo por inmunda la sangre del pacto,° en la cual fue santificado, y ultrajó al Espíritu de gracia?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

29 ¿de cuánto más duro castigo pensáis que será reo el que ha pisoteado al Hijo de Dios, ha tenido por impura la sangre de la alianza con la que fue consagrado y ha ultrajado al Espíritu de la gracia?

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Hebreos 10:29
40 Referencias Cruzadas  

Esto es mi sangre del pacto, que es derramada por muchos para el perdón de pecados.


»No den lo sagrado a los perros, no sea que se vuelvan contra ustedes y los despedacen; ni echen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen.


Entonces vieron a algunos de sus discípulos que comían con manos impuras, es decir, sin habérselas lavado.


Y todo el que pronuncie alguna palabra contra el Hijo del hombre será perdonado, pero el que dice ofensas contra el Espíritu Santo no tendrá perdón.


Entonces, ¿por qué me acusan de ofender a mi Padre, quien me apartó para enviarme al mundo? ¿Tan solo porque dije: “Yo soy el Hijo de Dios”?


Y por ellos mismos me entrego a ti, para que también ellos sean apartados por medio de la verdad.


»¡Tercos, duros de corazón y torpes de oídos! Ustedes son iguales que sus antepasados: ¡Siempre resisten al Espíritu Santo!


Muy pronto el Dios de paz derrotará a Satanás y lo dejará bajo el poder de ustedes. Que el amor inmerecido de nuestro Señor Jesús sea con ustedes.


Por lo tanto, cualquiera que coma el pan o beba de la copa del Señor sin darle el debido respeto será culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del Señor.


Pues el que come y bebe sin respetar que se trata del cuerpo del Señor será castigado por Dios.


Pues es necesario que Cristo reine hasta poner a todos sus enemigos bajo su dominio.


porque Dios «ha puesto todo bajo su dominio». Al decir que «todo» ha quedado bajo su dominio, es claro que no se incluye a Dios mismo, quien todo lo puso bajo el dominio de Cristo.


Y eso eran algunos de ustedes. Pero ya han sido perdonados por Dios, y él ahora los considera santos y justos. Y todo eso lo hizo gracias al Señor Jesucristo y por medio de su Espíritu. Dios los ha lavado de toda esa maldad.


No hagan que el Espíritu Santo de Dios se ponga triste por su mala conducta. Pues el Espíritu es como un sello que ustedes llevan en su cuerpo. Con ese sello serán reconocidos como propiedad de Dios cuando llegue el día de su salvación final.


Dio su vida para hacerla santa. Él la limpió de toda maldad por medio de su mensaje y del bautismo.


Por esa obediencia somos declarados santos por Dios, por medio del sacrificio del cuerpo de Jesucristo. Este sacrificio fue ofrecido una sola vez y para siempre.


Tengan cuidado de no rechazar al Dios que les habla. Recuerden que los que lo rechazaron no escaparon de su castigo en la tierra. Así que mucho menos escaparemos nosotros si le volvemos la espalda al que nos habla desde el cielo.


El Dios que da la paz levantó de entre los muertos a nuestro Señor Jesús, al gran Pastor de las ovejas. Por medio de su sangre, Dios estableció con nosotros un pacto eterno.


Cristo nos hace santos ante Dios, y tanto él como nosotros tenemos un mismo Padre. Por eso, Cristo no se avergüenza de llamarnos hermanos


Si eso fue así, entonces ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos una salvación tan grande? Esta salvación fue anunciada primeramente por el Señor, y los que la recibieron nos confirmaron que era verdad.


En Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos. Por eso, sigamos confiando firmemente en la noticia que anunciamos.


Cuando creímos en Cristo, nuestro entendimiento recibió luz, recibimos un regalo especial de parte de Dios y entramos en compañerismo con el Espíritu Santo. Entendimos el buen mensaje de Dios y el poder que demostrará en el mundo en el cual viviremos después de la muerte. Así que es imposible que aquellos que han dejado de creer en Cristo renueven su arrepentimiento. Pues sería como volver a crucificar a Cristo, al Hijo de Dios, y exponerlo a la vergüenza pública.


Las personas que por alguna falta eran consideradas no dignas de adorar a Dios eran rociadas con la sangre de chivos y de toros y con las cenizas de una novilla. Así eran perdonadas de su falta, de modo que quedaban limpias por fuera.


diciendo: «Esta es la sangre del pacto que Dios ha mandado que ustedes cumplan».


y a Jesucristo. Él es el que siempre dice la verdad, el primero en resucitar y el que gobierna sobre los reyes de la tierra. Él nos ama y al derramar su sangre nos ha librado de nuestros pecados.


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