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Colosenses 1:6 - Nueva Versión Internacional 2019 (simplificada - Nuevo Testamento)

6 que han recibido. Esta buena noticia se está anunciando en todo el mundo y muchos la están aceptando. Así sucedió también con ustedes desde el día en que escucharon del amor inmerecido de Dios y lo aceptaron como verdad.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

6 que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

6 Esa misma Buena Noticia que llegó a ustedes ahora corre por todo el mundo. Da fruto en todas partes mediante el cambio de vida que produce, así como les cambió la vida a ustedes desde el día que oyeron y entendieron por primera vez la verdad de la maravillosa gracia de Dios.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

6 Ya está entre ustedes, y lo mismo que va creciendo y dando frutos por todas partes en el mundo, también lo hace entre ustedes desde aquel día en que recibieron y conocieron el don de Dios en toda su verdad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

6 el cual ha llegado° a vosotros, y así en todo el mundo está llevando fruto y creciendo como también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis plenamente° la gracia de Dios en verdad;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

6 que llegó hasta vosotros y está fructificando y creciendo en todo el mundo, al igual que entre vosotros, desde el día en que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en su genuino sentido,

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Colosenses 1:6
36 Referencias Cruzadas  

Y esta buena noticia del reino se predicará en todo el mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin.


Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones. Bautícenlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.


Les dijo: ―Vayan por todo el mundo y anuncien la buena noticia a toda criatura.


Pero las otras semillas cayeron en buen terreno. Brotaron, crecieron y produjeron una cosecha que rindió el treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno.


No me eligieron ustedes a mí, sino que yo los elegí a ustedes. Y les encargué que vayan y den mucho fruto, un fruto que permanezca. Así el Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre.


Y por ellos mismos me entrego a ti, para que también ellos sean apartados por medio de la verdad.


Pero se acerca la hora, y esa hora ha llegado ya. Es la hora en la que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad. Pues así quiere el Padre que sean los que lo adoran.


Al oír esto, se calmaron y alabaron a Dios diciendo: ―¡Así que también a los no judíos Dios les ha dado oportunidad de arrepentirse y tener vida eterna!


Pero el mensaje de Dios se seguía anunciando en todo lugar.


Una de ellas, que se llamaba Lidia, adoraba a Dios. Era de la ciudad de Tiatira y vendía telas muy finas y costosas. Mientras escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que respondiera al mensaje de Pablo.


para que les hables. Así abrirán los ojos y verán lo malo que hacen. Será como si pasaran de la oscuridad a la luz y del poder de Satanás al poder de Dios. De ese modo, al creer en mí, recibirán el perdón de los pecados y serán parte del pueblo de Dios”.


Quiero que sepan, hermanos en la fe, que muchas veces me he propuesto ir a visitarlos, pero me ha sido imposible. Me gustaría ir para hablarles, y así fortalecer a unos y convencer a otros, tal como lo he hecho entre las otras naciones.


Esas poderosas maravillas y milagros que he hecho las he logrado hacer gracias al poder del Espíritu de Dios. Comencé a anunciar la buena noticia de Cristo en Jerusalén, por todas partes, hasta la región de Iliria.


Así que, una vez que yo haya cumplido esta tarea y entregado en sus manos esta ayuda, saldré para España y de paso los visitaré a ustedes.


Si no hubiéramos hecho antes nuestro trabajo entre ustedes, se podría decir que estamos haciendo algo indebido. Lo cierto es que fuimos los primeros en llevarles el mensaje de la buena noticia de Cristo.


Nosotros, ayudantes de Dios, les rogamos que sepan apreciar su inmerecido amor.


Sin duda se han enterado de que Dios me encargó explicarles su plan de mostrarles su amor inmerecido.


Pues se les habló y se les enseñó toda la verdad que Jesús compartió.


Cambien por completo su manera de pensar.


Quienes viven en la luz son bondadosos, aman la justicia y la verdad.


Gracias a Jesucristo, ustedes podrán hacer lo bueno y correcto, para que todos den gloria y alabanza a Dios.


No digo esto porque esté tratando de conseguir más ofrendas, lo digo para que Dios les bendiga más.


Así podrán vivir obedeciendo las enseñanzas del Señor, agradándole en todo. Podrán entonces hacer muchas obras de bondad y crecer en el conocimiento de Dios.


Esto lo hizo para que ustedes sigan confiando firmes en Cristo, sin dudar ni un momento. Para que no dejen de creer en la seguridad que les da el mensaje de la buena noticia. Este es el mensaje que ustedes oyeron y que ha sido anunciado en toda la creación debajo del cielo. Y yo, Pablo, he llegado a ser predicador de ese mensaje.


Pues nuestra buena noticia les llegó no solo con palabras, sino también con demostraciones de poder. Es decir, vieron cómo actúa el Espíritu Santo por medio de nosotros y eso los convenció profundamente. Como bien saben, estuvimos entre ustedes solo para su bien.


Así que no dejamos de dar gracias a Dios. Pues, cuando ustedes oyeron el mensaje de Dios que les predicamos, lo aceptaron. Lo aceptaron no como un mensaje de parte de alguna persona, sino como lo que realmente es, un mensaje de Dios. Ese mensaje cambió la vida de ustedes, los que creen.


Nosotros, en cambio, siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes, hermanos en la fe. Recuerden que el Señor los ama y que ustedes fueron los primeros que Dios eligió para ser salvos. Y son salvos gracias a lo que el Espíritu hizo en ustedes para que fueran aceptados como santos por Dios, y gracias a la fe que tienen en la verdad.


Les he escrito esta breve carta con la ayuda de Silvano, a quien considero un hermano en la fe en quien puedo confiar. Lo he hecho para animarlos y confirmarles que Dios los ama en verdad, aunque no lo merezcan. Nunca duden de su amor.


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