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Números 14:22 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

22 ninguno de los que vieron mi gloria y las maravillas que hice en Egipto y en el desierto y aún así me desobedecieron y me pusieron a prueba diez veces,

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

22 todos los que vieron mi gloria y mis señales que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mi voz,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

22 ni uno solo de este pueblo entrará jamás en esa tierra. Todos vieron mi gloriosa presencia y las señales milagrosas que realicé, tanto en Egipto como en el desierto, pero vez tras vez me han probado, rehusando escuchar mi voz.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

22 que la desgracia caerá sobre esa gente. Porque vieron mi Gloria y mis maravillas, vieron lo que hice en Egipto y en el desierto, y a pesar de eso me tentaron más de diez veces y no me escucharon.

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La Biblia Textual 3a Edicion

22 que todos los hombres que vieron mi gloria y mis señales que hice en Egipto y en el desierto, y aun así me provocaron ya diez veces y no oyen mi voz,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

22 que de todos estos hombres que han visto mi gloria y mis prodigios, los que hice en Egipto y en el desierto, y que me han tentado ya diez veces y no han escuchado mi voz,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

22 porque todos los que vieron mi gloria y mis milagros que he hecho en Egipto y en el desierto, y me han tentado ya diez veces, y no han oído mi voz,

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Números 14:22
31 Referencias Cruzadas  

De los veinte años que estuve en tu casa, catorce te serví por tus dos hijas y seis, por tu ganado, y cambiaste mi salario diez veces.


No obstante, él me ha engañado y me ha cambiado el salario muchas veces. Pero Dios no le ha permitido causarme ningún daño.


Diez veces me hacen reproches; descaradamente me atacan.


En el desierto cedieron a sus propios deseos; en los páramos pusieron a prueba a Dios.


Por tanto, él juró solemnemente con su mano en alto contra ellos para hacerlos caer en el desierto,


Una y otra vez ponían a Dios a prueba; provocaban al Santo de Israel.


Entonces le reclamaron a Moisés: —¿Acaso no había sepulcros en Egipto, que nos sacaste de allá para morir en el desierto? ¿Qué has hecho con nosotros? ¿Para qué nos sacaste de Egipto?


Comenzaron entonces a murmurar en contra de Moisés y preguntaban: «¿Qué vamos a beber?».


Allí, en el desierto, toda la comunidad murmuró contra Moisés y Aarón:


así que discutieron con Moisés. —Danos agua para beber —le exigieron. —¿Por qué discuten conmigo? —se defendió Moisés—. ¿Por qué provocan al Señor?


Pero los israelitas estaban sedientos, y murmuraron contra Moisés. —¿Para qué nos sacaste de Egipto? —reclamaban—. ¿Solo para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado?


Además, a ese lugar lo llamó Masá, y también Meribá, porque los israelitas habían probado al Señor y altercado con él, al decir: «¿Está o no está el Señor entre nosotros?».


Al ver los israelitas que Moisés tardaba en bajar del monte, fueron a reunirse con Aarón y le dijeron: —Tienes que hacernos dioses que marchen al frente de nosotros, porque a ese Moisés que nos sacó de Egipto, ¡no sabemos qué pudo haberle pasado!


les dijeron: «¡Que el Señor los examine y los juzgue! ¡Por culpa de ustedes el faraón y sus siervos nos odian! ¡Ustedes mismos les han puesto la espada en la mano, para que nos maten!».


Tú has visto muchas cosas, pero no las has captado; tienes abiertos los oídos, pero no oyes nada».


El rey los interrogó y, en todos los temas que requerían de sabiduría y discernimiento, los halló diez veces más inteligentes que todos los magos y hechiceros de su reino.


Por eso llamamos dichosos a los soberbios, pues prosperan los que hacen lo malo e incluso cuando desafían a Dios escapan ilesos”».


Aconteció que el pueblo se quejó de las dificultades que estaba sufriendo. Al oírlos el Señor, ardió en ira y su fuego consumió los alrededores del campamento.


Gente de toda clase se había mezclado con los israelitas. Esa gente solo pensaba en comer. Y también los israelitas volvieron a llorar y dijeron: «¡Quién nos diera carne!


Moisés había tomado por esposa a una mujer cusita, así que Miriam y Aarón empezaron a murmurar contra él por causa de ella.


Entonces el Señor dijo a Moisés: —¿Hasta cuándo esta gente me seguirá menospreciando? ¿Hasta cuándo se negarán a creer en mí, a pesar de todas las maravillas que he hecho entre ellos?


En sus murmuraciones contra Moisés y Aarón, la comunidad decía: «¡Cómo quisiéramos haber muerto en Egipto o en este desierto!


Ninguno de ellos la verá, con la sola excepción de Caleb, hijo de Jefone, el quenizita, y Josué, hijo de Nun, los cuales me siguieron a mí, el Señor, de todo corazón”.


—También está escrito: “No pongas a prueba al Señor tu Dios” —contestó Jesús.


Sin embargo, la mayoría de ellos no agradaron a Dios y sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto.


Tampoco pongamos a prueba a Cristo como lo hicieron algunos y murieron víctimas de las serpientes.


Recuerda esto y nunca olvides cómo provocaste la ira del Señor tu Dios en el desierto. Desde el día en que saliste de Egipto hasta tu llegada aquí, has sido rebelde contra el Señor.


Allí sus antepasados me tentaron y me pusieron a prueba, a pesar de haber visto mis obras cuarenta años.


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