Biblia Todo Logo
La Biblia Online
- Anuncios -





Lucas 15:29 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

29 Pero él contestó: “¡Fíjate cuántos años te he servido sin desobedecer jamás tus órdenes y ni un cabrito me has dado para celebrar una fiesta con mis amigos!

Ver Capítulo Copiar


Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

29 Mas él, respondiendo, dijo al padre: He aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás, y nunca me has dado ni un cabrito para gozarme con mis amigos.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Nueva Traducción Viviente

29 pero él respondió: “Todos estos años, he trabajado para ti como un burro y nunca me negué a hacer nada de lo que me pediste. Y en todo ese tiempo, no me diste ni un cabrito para festejar con mis amigos.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Católica (Latinoamericana)

29 Pero él le contestó: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y a mí nunca me has dado un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos.

Ver Capítulo Copiar

La Biblia Textual 3a Edicion

29 Pero él respondió al padre diciendo: He aquí, tantos años te sirvo y jamás quebranté un mandato tuyo, y nunca me diste un cabrito para regocijarme° con mis amigos,

Ver Capítulo Copiar

Biblia Serafín de Ausejo 1975

29 Él contestó a su padre: 'De modo que hace ya tantos años que te vengo sirviendo, sin haber quebrantado jamás ninguna orden tuya, y nunca me diste un cabrito para que yo celebrara alegremente una fiesta con mis amigos;

Ver Capítulo Copiar

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

29 Pero él, respondiendo, dijo a su padre: He aquí, tantos años te he servido, no habiendo desobedecido jamás tu mandamiento, y nunca me has dado un cabrito para gozarme con mis amigos.

Ver Capítulo Copiar




Lucas 15:29
23 Referencias Cruzadas  

que dice: “¡Manténganse alejados! ¡No se me acerquen! ¡Soy demasiado sagrado para ustedes!”. Todo esto me fastidia como humo en la nariz; ¡es un fuego que arde todo el día!


y a preguntarles a los sacerdotes del Templo del Señor de los Ejércitos y a los profetas: «¿Debemos seguir llorando y ayunando en el quinto mes, tal como lo hemos hecho todos estos años?».


»Ustedes han dicho: “Servir a Dios no vale la pena. ¿Qué ganamos con cumplir sus órdenes y vestirnos de luto delante del Señor de los Ejércitos?


“Estos que fueron los últimos en ser contratados trabajaron una sola hora —dijeron—, y usted los ha tratado como a nosotros que hemos soportado el peso del trabajo y el calor del día”.


Indignado, el hermano mayor se negó a entrar. Así que su padre salió a suplicarle que lo hiciera.


¡Pero ahora llega ese hijo tuyo, que ha despilfarrado tu fortuna con prostitutas, y tú mandas matar en su honor el ternero más gordo!”.


Les digo que así es también en el cielo: habrá más alegría por un solo pecador que se arrepienta que por noventa y nueve justos que no necesitan arrepentirse.


Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les ha mandado, deben decir: “Somos siervos inútiles; no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”.


A algunos que, confiando en sí mismos, se creían justos y que despreciaban a los demás, Jesús les contó esta parábola:


Es que le tenía miedo a usted, que es un hombre muy exigente: toma lo que no depositó y cosecha lo que no sembró”.


No conociendo la justicia que proviene de Dios y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios.


Por tanto, nadie será justificado en presencia de Dios por hacer las obras que exige la Ley; más bien, mediante la Ley cobramos conciencia del pecado.


¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál principio? ¿Por el de la obediencia de la Ley? No, sino por el de la fe.


En otro tiempo yo tenía vida aparte de la Ley; pero cuando vino el mandamiento, cobró vida el pecado y yo morí.


»El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que salga vencedor le daré del maná escondido y le daré también una piedrecita blanca en la que está escrito un nombre nuevo que solo conoce quien la recibe.


Dices: “Soy rico, me he enriquecido y no me hace falta nada”; pero no te das cuenta de cuán infeliz y miserable, pobre, ciego y desnudo eres tú.


Síguenos en:

Anuncios


Anuncios


¡Síguenos en WhatsApp! Síguenos