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Lucas 12:17 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

17 Así que se puso a pensar: “¿Qué voy a hacer? No tengo dónde almacenar mi cosecha”.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

17 Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

17 Se dijo a sí mismo: “¿Qué debo hacer? No tengo lugar para almacenar todas mis cosechas”.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

17 Pensaba: ¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mis cosechas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

17 y él razonaba dentro de sí,° diciendo: ¿Qué haré?° Porque no tengo donde más guardar° mis frutos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

17 Y discurría para sí de esta forma: '¿Qué voy a hacer, si ya no tengo dónde almacenar mis cosechas?'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

17 y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde almacenar mis frutos?

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Lucas 12:17
23 Referencias Cruzadas  

Comparte lo que tienes entre siete, y aun entre ocho, pues no sabes qué calamidad pueda venir sobre la tierra.


¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento y dar refugio a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no dar la espalda a los tuyos?


Ellos comentaban entre sí: «Lo dice porque no trajimos pan».


Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no le vuelvas la espalda.


En esto se presentó un experto en la Ley y, para poner a prueba a Jesús, se puso de pie y le hizo esta pregunta: —Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?


Den más bien a los pobres de lo que está dentro, y así todo quedará limpio para ustedes.


Entonces les contó esta parábola: —El terreno de un hombre rico produjo una buena cosecha.


Por fin dijo: “Ya sé lo que voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes, donde pueda almacenar todo mi grano y mis bienes.


Luego dijo Jesús a sus discípulos: —Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán.


Así que no se afanen por lo que han de comer o beber; dejen de atormentarse.


Vendan sus bienes y den a los pobres. Provéanse de bolsas que no se desgasten; acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no hay ladrón que aceche ni polilla que destruya.


El administrador reflexionó: “¿Qué voy a hacer ahora que mi amo está por quitarme el puesto? No tengo fuerzas para cavar y me da vergüenza pedir limosna.


Por eso les digo que se valgan de las riquezas deshonestas para ganar amigos, a fin de que cuando estas se acaben haya quienes los reciban a ustedes en las viviendas eternas.


Al oír esto, Jesús añadió: —Todavía te falta una cosa: vende todo lo que tienes y repártelo entre los pobres, y tendrás tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.


“¡Hiciste bien, siervo bueno! —respondió el rey—. Puesto que has sido fiel en tan poca cosa, te doy el gobierno de diez ciudades”.


—El que tiene dos camisas debe compartir con el que no tiene ninguna —contestó Juan—, y el que tiene comida debe hacer lo mismo.


Luego los sacó y les preguntó: —Señores, ¿qué tengo que hacer para ser salvo?


Cuando oyeron esto, todos se sintieron profundamente conmovidos y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: —Hermanos, ¿qué debemos hacer?


Ayuden a los hermanos necesitados. Practiquen la hospitalidad.


A los ricos de este mundo, mándales que no sean arrogantes ni pongan su esperanza en las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios. Él nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos.


En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros. Así también nosotros debemos entregar la vida por nuestros hermanos.


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