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Juan 6:37 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

37 Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y el que a mí viene no lo rechazo.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

37 Sin embargo, los que el Padre me ha dado vendrán a mí, y jamás los rechazaré.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

37 Todo lo que el Padre me ha dado vendrá a mí, y yo no rechazaré al que venga a mí,

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La Biblia Textual 3a Edicion

37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, de ningún modo° lo echo fuera,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

37 Todo lo que el Padre me da vendrá a mí; y al que viene a mí no lo echaré fuera.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, yo no le echo fuera.

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Juan 6:37
30 Referencias Cruzadas  

Atenderá a la oración de los desamparados y no despreciará sus ruegos.


Tus tropas estarán dispuestas cuando manifiestes tu poder, ordenadas en santa majestad. De las entrañas de la aurora recibirás el rocío de tu juventud.


Te tomé de los confines de la tierra, te llamé de los rincones más remotos y te dije: “Tú eres mi siervo”. Yo te escogí; no te rechacé.


No acabará de romper la caña quebrada ni apagará la mecha que apenas arde. Con fidelidad hará justicia;


Que abandone el malvado su camino y el perverso sus pensamientos. Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios, que es generoso para perdonar y de él recibirá compasión.


»Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados; yo les daré descanso.


Porque surgirán falsos Cristos y falsos profetas que harán grandes señales y milagros para engañar, de ser posible, aun a los elegidos.


Ya no voy a estar por más tiempo en el mundo, pero ellos están todavía en el mundo y yo vuelvo a ti. »Padre santo, protégelos con el poder de tu nombre, el nombre que me diste, para que sean uno, lo mismo que nosotros.


ya que le has conferido autoridad sobre todo mortal para que él les conceda vida eterna a todos los que le has dado.


»Padre, quiero que los que me has dado estén conmigo donde yo estoy. Que vean mi gloria, la gloria que me has dado porque me amaste desde antes de la creación del mundo.


»A los que me diste del mundo les he revelado tu nombre. Eran tuyos; tú me los diste y ellos han obedecido tu palabra.


Y esta es la voluntad del que me envió: que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el día final.


—Por esto les dije que nadie puede venir a mí, a menos que se lo haya concedido el Padre.


Ellos replicaron: —Tú, que naciste sumido en pecado, ¿vas a darnos lecciones? Y lo expulsaron.


En cuanto a la Ley, esta intervino para que aumentara el pecado. Pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia;


Porque a ustedes se les ha concedido no solo creer en Cristo, sino también sufrir por él,


Pero precisamente por eso Dios fue misericordioso conmigo, a fin de que en mí, el peor de los pecadores, pudiera Cristo Jesús mostrar su paciencia infinita. Así llego a servir de ejemplo para los que, creyendo en él, recibirán la vida eterna.


A pesar de todo, el fundamento de Dios es sólido y se mantiene firme, pues está sellado con esta inscripción: «El Señor conoce a los suyos», y esta otra: «Que se aparte de la maldad todo el que invoca el nombre del Señor».


Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado.


Por eso también puede salvar por completo a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que vive siempre para interceder por ellos.


Aunque salieron de entre nosotros, en realidad no eran de los nuestros; si lo hubieran sido, se habrían quedado con nosotros. Su salida sirvió para comprobar que ninguno de ellos era de los nuestros.


El Espíritu y la novia dicen: «¡Ven!»; y el que escuche diga: «¡Ven!». El que tenga sed, venga; y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida.


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