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Juan 14:27 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

27 La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

27 La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

27 »Les dejo un regalo: paz en la mente y en el corazón. Y la paz que yo doy es un regalo que el mundo no puede dar. Así que no se angustien ni tengan miedo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

27 Les dejo la paz, les doy mi paz. La paz que yo les doy no es como la que da el mundo. Que no haya en ustedes angustia ni miedo.

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La Biblia Textual 3a Edicion

27 Paz os dejo, mi paz os doy. Yo os la doy no como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

27 'La paz os dejo, mi paz os doy: no como el mundo la da, la doy yo. No se turbe vuestro corazón ni sienta miedo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

27 La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da, yo os la doy. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.

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Juan 14:27
65 Referencias Cruzadas  

Por lo tanto, el reinado de Josafat disfrutó de tranquilidad y Dios le dio paz por todas partes.


¿Pero quién puede condenarlo si él decide guardar silencio? ¿Quién puede verlo si oculta su rostro? Él está por encima de pueblos y personas,


En el Señor hallo refugio. ¿Cómo se atreven a decirme: «Huye al monte como las aves»?


No temerá recibir malas noticias; su corazón estará firme, confiado en el Señor.


El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién me asustará?


No me arrastres con los malvados, con los que hacen iniquidad, con los que hablan de paz con su prójimo, pero en sus corazones planean maldad.


El Señor fortalece a su pueblo; el Señor bendice a su pueblo con la paz.


confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal?


Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza.


Así juzgará con justicia a tu pueblo y con juicios justos a tus pobres.


Que en sus días florezca la justicia, y que abunde la paz, hasta que la luna deje de existir.


El amor y la verdad se encontrarán; se besarán la justicia y la paz.


No temerás el terror de la noche ni la flecha que vuela de día


No temerás ningún desastre repentino, ni la desgracia que sobreviene a los impíos.


¡Dios es mi salvación! Confiaré en él y no temeré. El Señor es mi fuerza, el Señor es mi canción; ¡él es mi salvación!».


Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con la diestra de mi justicia.


No temas, gusano Jacob, pequeño Israel, porque yo mismo te ayudaré», afirma el Señor, ¡el Santo de Israel, tu Redentor!


El Señor instruirá a todos tus hijos y grande será su paz.


Ustedes saldrán con alegría y serán guiados en paz. A su paso, las montañas y las colinas prorrumpirán en gritos de júbilo y aplaudirán todos los árboles del bosque.


les haré proclamar esta alabanza: ¡Paz a los que están lejos y paz a los que están cerca! Yo los sanaré», dice el Señor,


Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros y se le darán estos nombres: Consejero Admirable, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.


No tengas temor delante de ellos que yo estoy contigo para librarte», afirma el Señor.


Me ha quitado la paz; ya no recuerdo lo que es la dicha.


Tú, hijo de hombre, no tengas miedo de ellos ni de sus palabras, por más que estés en medio de cardos y espinas, y vivas rodeado de escorpiones. No temas por lo que digan ni te sientas atemorizado, porque son un pueblo rebelde.


El rey Nabucodonosor, a todos los pueblos y naciones que habitan en este mundo y a toda lengua: ¡Paz y prosperidad!


Entonces, el rey Darío escribió un decreto a todos los pueblos, naciones y lenguas de la tierra: ¡Paz y prosperidad!


Él reconstruirá el Templo del Señor, se revestirá de majestad y se sentará a gobernar en su trono. También un sacerdote se sentará en su propio trono y entre ambos habrá armonía”.


el Señor mueva su rostro hacia ti y te conceda la paz”.


»Así que no les tengan miedo, porque no hay nada encubierto que no llegue a revelarse, como tampoco hay nada escondido que no llegue a conocerse.


para dar luz a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por la senda de la paz».


»En cualquier casa que entren, digan primero: “Paz a esta casa”.


»A ustedes, mis amigos, les digo que no teman a los que matan el cuerpo, pero después no pueden hacer más.


«Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los que gozan de su buena voluntad».


»No se angustien. Confíen en Dios y confíen también en mí.


Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo.


Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y poniéndose en medio de ellos, dijo: —¡La paz sea con ustedes!


—¡La paz sea con ustedes! —repitió Jesús—. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.


Una semana más tarde estaban los discípulos de nuevo en la casa y Tomás estaba con ellos. Aunque las puertas estaban cerradas, Jesús entró y, poniéndose en medio de ellos, los saludó. —¡La paz sea con ustedes!


Dios envió su mensaje al pueblo de Israel, anunciando las buenas noticias de la paz por medio de Jesucristo, que es el Señor de todos.


Una noche el Señor dijo a Pablo en una visión: «No tengas miedo; sigue hablando y no te calles,


Les escribo a todos los amados de Dios que están en Roma, que han sido llamados a ser su pueblo santo. Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz.


Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo.


En consecuencia, ya que hemos sido justificados mediante la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo.


Porque, si cuando éramos enemigos de Dios, fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, seremos salvados por su vida!


La mente gobernada por la carne es muerte, mientras que la mente que proviene del Espíritu es vida y paz.


Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz.


Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz.


En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad,


Paz y misericordia desciendan sobre todos los que siguen esta norma y sobre el Israel de Dios.


Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.


a los fieles creyentes en Cristo que están en Colosas: Que Dios nuestro Padre les conceda gracia y paz.


y por medio de él, reconciliar consigo todas las cosas, tanto las de la tierra como las del cielo, haciendo la paz mediante la sangre que derramó en la cruz.


Que gobierne en sus corazones la paz de Cristo, a la cual fueron llamados en un solo cuerpo. Y sean agradecidos.


Gracia y paz a ustedes, de Dios el Padre y el Señor Jesucristo.


Que el Señor de paz les conceda su paz siempre y en todas las circunstancias. El Señor sea con todos ustedes.


Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.


El Dios de paz levantó de entre los muertos al gran Pastor de las ovejas, a nuestro Señor Jesús, por la sangre del pacto eterno.


A su vez, Abraham le dio el diezmo de todo. El nombre Melquisedec significa en primer lugar: «rey de justicia» y, además, «rey de Salén», esto es, «rey de paz».


Yo, Juan, escribo a las siete iglesias que están en la provincia de Asia: Gracia y paz a ustedes de parte de aquel que es y que era y que ha de venir, y de parte de los siete espíritus que están delante de su trono;


No tengas miedo de lo que estás por sufrir. Te advierto que el diablo meterá a algunos de ustedes en la cárcel para ponerlos a prueba y sufrirán aflicciones durante diez días. Sé fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida.


Pero los cobardes, los incrédulos, los abominables, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican artes mágicas, los idólatras y todos los mentirosos recibirán como herencia el lago de fuego y azufre. Esta es la segunda muerte».


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