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Josué 7:12 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

12 Por eso los israelitas no podrán hacerles frente a sus enemigos, sino que tendrán que huir de sus adversarios. Ellos mismos acarrearon su destrucción. Y, si no destruyen ese botín que está en medio de ustedes, yo no seguiré a su lado.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

12 Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos, sino que delante de sus enemigos volverán la espalda, por cuanto han venido a ser anatema; ni estaré más con vosotros, si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

12 Por esa razón, los israelitas huyen derrotados de sus enemigos. Ahora Israel mismo será apartado para destrucción. No seguiré más con ustedes a menos que destruyan esas cosas que guardaron y que estaban destinadas para ser destruidas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

12 Los israelitas no opondrán más resistencia a sus enemigos, darán vuelta la espalda frente a sus adversarios, porque se volvieron anatemas. Ya no estaré más con ellos mientras no quiten el anatema de entre ustedes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

12 Por eso los hijos de Israel no pueden estar erguidos ante sus enemigos, sino que vuelven la espalda ante sus enemigos, por cuanto llegaron a ser malditos. Si no destruís a los malditos de entre vosotros, no continuaré estando con vosotros.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

12 No podrán los israelitas hacer frente a sus enemigos, sino que volverán la espalda ante ellos, porque se han convertido en anatema. No volveré a estar con vosotros hasta tanto no exterminéis de entre vosotros lo que es objeto de anatema.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

12 Por esto los hijos de Israel no podrán estar delante de sus enemigos, sino que delante de sus enemigos volverán la espalda; por cuanto han venido a ser anatema. Ya no seré más con vosotros, a menos que destruyáis el anatema de en medio de vosotros.

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Josué 7:12
21 Referencias Cruzadas  

Nos hiciste retroceder ante el enemigo; nos han saqueado nuestros adversarios.


¿No eres tú, oh Dios, quien nos ha rechazado? ¡Ya no sales, oh Dios, con nuestros ejércitos!


El malvado huye aunque nadie lo persiga; pero el justo vive confiado como un león.


Son las iniquidades de ustedes las que los separan de su Dios. Son estos pecados los que lo llevan a ocultar su rostro para no escuchar.


«Si este pueblo o algún profeta o sacerdote te pregunta: “¿Qué mensaje tenemos del Señor?”, tú responderás: “¿De qué mensaje hablas? Yo los abandonaré”, afirma el Señor.


¡Escarmienta, Jerusalén, para que no me aparte de ti! De lo contrario, te dejaré devastada, en una tierra inhabitable».


Y aun cuando vean crecer a sus hijos, yo los arrebataré hasta que no quede ninguno. ¡Ay de ellos cuando los abandone!


Son tan puros tus ojos que no puedes ver el mal; no te es posible contemplar la opresión. ¿Por qué entonces toleras a los traidores? ¿Por qué guardas silencio mientras los malvados se tragan a los más justos que ellos?


Cuando Moisés terminó de decirles esto, todos los israelitas se pusieron a llorar amargamente.


No suban, porque los derrotarán sus enemigos, pues el Señor no está entre ustedes.


Tendrán que enfrentarse a los amalecitas y a los cananeos, que los matarán a filo de espada. Como ustedes se han alejado del Señor, él no estará con ustedes.


Entonces los amalecitas y los cananeos que vivían en esas montañas descendieron y los derrotaron, haciéndolos retroceder hasta Jormá.


No metas en tu casa nada que sea abominable. Todo eso debe ser destruido. Recházalo y detéstalo por completo para que no seas destruido tú también.


No vayan a tomar nada de lo que ha sido destinado al exterminio para que ni ustedes ni el campamento de Israel se pongan en peligro de exterminio y de desgracia.


Luego ella gritó: «¡Sansón, los filisteos se lanzan sobre ti!». Sansón despertó de su sueño y pensó: «Me escaparé como las otras veces y me los quitaré de encima». Pero no sabía que el Señor lo había abandonado.


Entonces el Señor se enfureció contra los israelitas y los entregó en manos de invasores que los saquearon. Los dejó en manos de los enemigos que tenían a su alrededor, a los que ya no pudieron hacerles frente.


Cuando el ángel del Señor habló así a todos los israelitas, el pueblo lloró a gritos.


Así que Saúl dijo: —Todos ustedes, jefes del ejército, acérquense y averigüen cuál es el pecado que se ha cometido hoy.


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