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Jeremías 50:2 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

2 «¡Anuncien y proclamen entre las naciones! ¡Proclámenlo, levanten un estandarte! No oculten nada, sino digan: “¡Babilonia será conquistada! ¡Bel quedará en vergüenza! ¡Marduc quedará aterrado! ¡Sus imágenes quedan humilladas y sus ídolos, aterrados!”.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

2 Anunciad en las naciones, y haced saber; levantad también bandera, publicad, y no encubráis; decid: Tomada es Babilonia, Bel es confundido, deshecho es Merodac; destruidas son sus esculturas, quebrados son sus ídolos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Esto dice el Señor: «Anúncienlo a todo el mundo y no se callen nada. ¡Levanten una bandera de señales para decirles a todos que caerá Babilonia! Sus imágenes e ídolos serán hechos pedazos. Sus dioses Bel y Merodac serán completamente deshonrados.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Díganlo entre las naciones para que lo sepan todos; no lo callen, digan: Babilonia ha caído. Babilonia ha sido tomada. Su dios Bel ha sido humillado, Marduk ha sido derribado, avergonzadas están sus imágenes, espantados sus ídolos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 ¡Anunciadlo entre las naciones, pregonadlo! ¡Alzad el estandarte, publicadlo, y no lo encubráis! Decid: ¡Babilonia ha sido conquistada! ¡Bel ha sido avergonzado, Merodac está consternado! Sus imágenes han quedado confundidas, Y sus ídolos, desconcertados.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Anunciadlo en las naciones, pregonadlo, levantad una señal, publicadlo, no lo ocultéis. Decid: 'Ha sido tomada Babilonia, Bel está avergonzado, desmayó Marduc, sus estatuas están avergonzadas, sus ídolos aterrados'.

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Jeremías 50:2
34 Referencias Cruzadas  

La humanidad entera sentirá temor: proclamará las proezas de Dios y meditará en sus obras.


Anuncien su gloria entre las naciones, sus maravillas a todos los pueblos.


Sean avergonzados todos los que adoran imágenes, los que se jactan de sus ídolos inútiles. ¡Póstrense ante él todos los dioses!


En aquel día dirán: «Alaben al Señor, invoquen su nombre; den a conocer entre los pueblos sus obras; proclamen la grandeza de su nombre.


Sobre un monte alto agiten la bandera; llámenlos a gritos; háganles señales con la mano para que entren por las puertas de los nobles.


¡Ahí viene un hombre en un carro de combate tirado por un par de caballos! Y este es su mensaje: “¡Ha caído, ha caído Babilonia! ¡Todas las imágenes de sus dioses han rodado por el suelo!”».


Han arrojado al fuego sus dioses y los han destruido, porque no eran dioses, sino solo madera y piedra, obra de manos humanas.


En aquel tiempo Merodac Baladán, hijo de Baladán y rey de Babilonia, envió cartas y un regalo a Ezequías, porque supo que había estado enfermo y que se había recuperado.


Bel se inclina, Nebo se somete; sus ídolos son llevados por bestias de carga. Pesadas son las imágenes que por todas partes llevan; son una carga para el agotado.


¡Salgan de Babilonia! ¡Huyan de los babilonios! Anuncien esto con gritos de alegría y háganlo saber. Publíquenlo hasta en los confines de la tierra; digan: «El Señor ha redimido a su siervo Jacob».


De todo esto has tenido noticia, ¿y no vas a proclamarlo? »Desde ahora te haré conocer cosas nuevas; cosas que te son ocultas y desconocidas.


«Así les dirás: “Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, desaparecerán de la tierra y de debajo del cielo”».


No valen nada, son objetos de burla; cuando llegue el día del juicio serán destruidos.


»Naciones, escuchen la palabra del Señor, y anuncien en las costas más lejanas: “El que dispersó a Israel, lo reunirá; lo cuidará como un pastor a su rebaño”.


«Adviertan a las naciones, proclámenlo contra Jerusalén: “De lejanas tierras vienen sitiadores lanzando gritos de guerra contra las ciudades de Judá”.


¡Alcen la señal para ir a Sión! ¡Busquen refugio, no se detengan! Porque yo traigo del norte calamidad y gran destrucción».


«Anuncien esto en Egipto, proclámenlo en Migdol, Menfis y Tafnes: “¡A sus puestos! ¡Manténganse alerta! ¡La espada devora a su alrededor!”.


Tiembla la tierra por la estruendosa caída de Babilonia; resuenan sus gritos en medio de las naciones.


¡Levanten el estandarte contra los muros de Babilonia! ¡Refuercen la guardia! ¡Pongan centinelas! ¡Preparen la emboscada! El Señor cumplirá su propósito; cumplirá su decreto contra los babilonios.


«¡Levanten la bandera en la tierra! ¡Toquen la trompeta entre las naciones! ¡Convoquen contra ella a los reinos de Ararat, Mini y Asquenaz! ¡Pongan al frente un general! ¡Que avancen los caballos cual plaga de langostas!


Corre un emisario tras el otro; un mensajero sigue a otro mensajero, para anunciarle al rey de Babilonia que toda la ciudad ha sido capturada.


Voy a castigar al dios Bel en Babilonia; haré que vomite lo que se ha tragado. Ya no acudirán a él las naciones ni quedará en pie el muro de Babilonia.


Se acercan ya los días en que castigaré a los ídolos de Babilonia. Toda su tierra será avergonzada; caerán sus víctimas en medio de ella.


«Por eso, vienen días», afirma el Señor, «en que castigaré a sus ídolos; a lo largo de toda la tierra gemirán sus heridos.


Pero de pronto Babilonia cayó hecha pedazos. ¡Giman por ella! Traigan bálsamo para su dolor; tal vez pueda ser curada.


En el día veintisiete del mes duodécimo del año treinta y siete del exilio de Joaquín, rey de Judá, Evil Merodac, rey de Babilonia, en el año primero de su reinado, indultó a Joaquín y lo sacó de la cárcel.


Por eso, ¡escuchen, naciones! ¡Comunidad, conoce lo que te espera!


El Señor permitió que Joacim cayera en manos de Nabucodonosor. Junto con él, cayeron en sus manos algunos de los utensilios del Templo de Dios, los cuales Nabucodonosor se llevó a Sinar y puso en el tesoro del templo de sus dioses.


Nabucodonosor dijo: —Ustedes tres, ¿es verdad que no honran a mis dioses ni adoran la estatua de oro que he mandado erigir?


El Señor será terrible contra ellos, cuando destruya a todos los dioses de la tierra; y así hasta las naciones más remotas se postrarán en adoración ante él, cada cual en su propia tierra.


Gritó a gran voz: «¡Ha caído! ¡Ha caído la gran Babilonia! Se ha convertido en morada de demonios y en guarida de todo espíritu maligno, en nido de toda ave impura y de todo animal detestable.


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