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Jeremías 20:7 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

7 ¡Me sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir! Fuiste más fuerte que yo y me venciste. Todo el mundo se burla de mí; se ríen de mí todo el tiempo.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

7 Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Oh Señor, me engañaste, y yo me dejé engañar. Eres más fuerte que yo, y me dominaste. Ahora soy objeto de burla todos los días; todos se ríen de mí.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Me has seducido, Yavé, y me dejé seducir por ti. Me tomaste a la fuerza y saliste ganando. Todo el día soy el blanco de sus burlas, toda la gente se ríe de mí.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Me sedujiste YHVH, y me dejé seducir. Fuiste más fuerte que yo, prevaleciste. Todo el día soy objeto de escarnio, Todos se burlan de mí,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Tú me sedujiste, Yahveh, y yo me dejé seducir. Fuiste más fuerte que yo y contra mí prevaleciste. Sirvo de irrisión todo el día; todos ellos se burlan de mí.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 Me confundiste, oh Jehová, y fui confundido; más fuerte fuiste que yo y me venciste; cada día he sido escarnecido; todos se burlan de mí.

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Jeremías 20:7
32 Referencias Cruzadas  

De Jericó, Eliseo se dirigió a Betel. Iba subiendo por el camino cuando unos muchachos salieron de la ciudad y empezaron a burlarse de él. «¡Vete, viejo calvo! —le gritaban—. ¡Vete, viejo calvo!».


»Yo, que llamaba a Dios y él me respondía, me he vuelto el hazmerreír de mis amigos; ¡soy un hazmerreír, justo e íntegro!


»¡Y ahora resulta que soy tema de sus parodias! ¡Me he vuelto su hazmerreír!


Los insolentes me ofenden hasta el colmo, pero yo no me aparto de tu Ley.


El Señor me habló fuertemente y me advirtió que no siguiera el camino de este pueblo. Me dijo:


¡Ay de mí, madre mía, que me diste a luz como hombre de contiendas y disputas contra toda la nación! No he prestado ni me han prestado, pero todos me maldicen.


¿Por qué no cesa mi dolor? ¿Por qué es incurable mi herida? ¿Por qué se resiste a sanar? ¿Serás para mí un arroyo engañoso, de aguas no confiables?


Pero yo no me he apresurado a abandonarte y dejar de ser tu pastor; tampoco he deseado que venga el día de la calamidad. Tú bien sabes lo que he dicho, pues lo dije en tu presencia.


Si digo: «No me acordaré más de él ni hablaré más en su nombre»; entonces su palabra es en mi corazón como un fuego, un fuego ardiente que penetra hasta los huesos. He hecho todo lo posible por contenerla, pero ya no puedo más.


‘El Señor te ha puesto como sacerdote en lugar del sacerdote Joyadá, para que vigiles en el Templo del Señor. A todo loco que se haga pasar por profeta, lo pondrás en el cepo y en el calabozo.


El rey Sedequías respondió: —Yo tengo miedo de los judíos que se pasaron al bando de los babilonios, pues me pueden entregar en sus manos para que me torturen.


Soy el motivo de risa de todo mi pueblo; todo el día me cantan parodias.


El Espíritu me levantó y se apoderó de mí. Y me fui amargado y enardecido en mi espíritu, mientras la mano del Señor me sujetaba con fuerza.


Han llegado los días del castigo, han llegado los días de la retribución. ¡Que lo sepa Israel! Es tan grande tu maldad y tan intensa tu hostilidad, que al profeta se le tiene por necio, y al hombre inspirado, por loco.


Así que oró al Señor de esta manera: —¡Oh Señor! ¿No era esto lo que yo decía cuando todavía estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis, pues bien sabía que tú eres un Dios misericordioso y compasivo, lento para la ira y lleno de amor, que cambias de parecer y no destruyes.


Yo, en cambio, estoy lleno de poder, del Espíritu del Señor, de justicia y de fuerza, para echarle en cara a Jacob su delito; para reprocharle a Israel su pecado.


Oían todo esto los fariseos, a quienes les encantaba el dinero, y se burlaban de Jesús.


Entonces Herodes y sus soldados, con desprecio y burlas, le pusieron un manto lujoso y lo mandaron de vuelta a Pilato.


Algunos filósofos epicúreos y estoicos entablaron conversación con él. Unos decían: «¿Qué querrá decir este charlatán?». Otros comentaban: «Parece que es predicador de dioses extranjeros». Decían esto porque Pablo anunciaba las buenas noticias de Jesús y de la resurrección.


Cuando oyeron de la resurrección, unos se burlaron, pero otros dijeron: —Queremos que usted nos hable en otra ocasión sobre este tema.


¿O es que solo Bernabé y yo estamos obligados a ganarnos la vida con otros trabajos?


Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles.


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