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Jeremías 2:24 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

24 ¡Asna salvaje acostumbrada al desierto! Cuando ardes en deseos, olfateas el viento; cuando estás en celo, no hay quien te detenga. Ningún macho que te busque tiene que fatigarse: cuando estás en celo, fácilmente te encuentra.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

24 asna montés acostumbrada al desierto, que en su ardor olfatea el viento. De su lujuria, ¿quién la detendrá? Todos los que la buscaren no se fatigarán, porque en el tiempo de su celo la hallarán.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Eres como una burra salvaje, olfateando el viento en época de apareamiento. ¿Quién puede contenerla de su celo? ¡Los que la desean no necesitan buscar demasiado, porque es ella quien corre hacia ellos!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 burra salvaje suelta en el desierto, que en el ardor de su pasión olfatea el viento. ¿Quién calmará su celo?

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 ¡Oh asna montesa habituada al desierto! Que en su ardor° olfatea el viento; ¿Quién podrá reprimir su celo? Los que la buscan no necesitan cansarse: La encontrarán siempre encelada.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 asna salvaje, avezada al desierto. En el ardor de su celo olfatea el aire; su celo, ¿quién podrá contenerlo? Nadie que la busque tendrá que cansarse: encelada la encuentran.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

24 asna montés acostumbrada al desierto, que en el ardor de su deseo olfatea el viento; en su celo, ¿quién la detendrá? Todos los que la buscaren no se cansarán; la hallarán en su mes.

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Jeremías 2:24
8 Referencias Cruzadas  

¡El necio llegará a ser sabio cuando de un asno salvaje nazca un hombre!


¿Has contado los meses de su gestación? ¿Sabes cuándo dan a luz?


Parados sobre las lomas desoladas y con los ojos desfallecientes, los asnos salvajes olfatean el viento como chacales porque ya no tienen hierba».


A un trozo de madera le dicen: “Tú eres mi padre”, y a una piedra le repiten: “Tú me has dado a luz”. Me han vuelto la espalda; no quieren darme la cara. Pero les llega la desgracia y me dicen: “¡Levántate y sálvanos!”.


A todas las prostitutas se les paga; tú, en cambio, pagas a tus amantes. Los sobornas para que vengan de todas partes a acostarse contigo.


Volveré luego a mi morada hasta que reconozcan su culpa y busquen mi rostro; en su angustia me buscarán con sinceridad».


Porque ellos subieron a Asiria; se apartaron como asno salvaje y Efraín se vendió a sus amantes.


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