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Jeremías 16:16 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

16 »Voy a enviar a muchos pescadores —afirma el Señor—, ellos los pescarán a ustedes. Después enviaré a muchos cazadores; ellos los cazarán por todas las montañas, colinas y por las grietas de las rocas.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

16 He aquí que yo envío muchos pescadores, dice Jehová, y los pescarán, y después enviaré muchos cazadores, y los cazarán por todo monte y por todo collado, y por las cavernas de los peñascos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 »Ahora mandaré llamar a muchos pescadores para que los capturen —dice el Señor—. Mandaré llamar a cazadores para que los cacen en los montes, en las colinas y en las cuevas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Yo enviaré primero a muchos pescadores, dice Yavé, que los pescarán; después, a numerosos cazadores, que los perseguirán por montes y cerros, y hasta en las cavernas de las montañas.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 He aquí enviaré a muchos pescadores que los pesquen, dice YHVH, y después enviaré muchos cazadores que los cacen por los montes y collados y por las hendiduras de las peñas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 Mirad: voy a enviar a muchos pescadores -oráculo de Yahveh-, que los pescarán; y luego enviaré a muchos cazadores, que los cazarán en todas las montañas, en todas las colinas y en las grietas de las rocas.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

16 He aquí que yo envío muchos pescadores, dice Jehová, y los pescarán; y después enviaré muchos cazadores, y los cazarán por toda montaña, y por todo collado, y por las hendiduras de las rocas.

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Jeremías 16:16
21 Referencias Cruzadas  

quien llegó a ser un valiente cazador ante el Señor. Por eso se dice: «Como Nimrod, valiente cazador ante el Señor».


Se meterá en las grutas de las rocas y en las hendiduras de los peñascos, ante la temible presencia del Señor y el esplendor de su majestad, cuando él se levante para hacer temblar la tierra.


Todas ellas vendrán y anidarán en las quebradas profundas, en las grietas de las rocas, en todos los matorrales espinosos y sobre todos los abrevaderos.


yo haré que vengan todos los pueblos del norte y también mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia. Los traeré contra esta tierra, contra sus habitantes y contra todas las naciones vecinas, y los destruiré por completo: ¡los convertiré en objeto de horror, de burla y de eterna ruina!”, afirma el Señor.


Ante el ruido de jinetes y arqueros huye toda la ciudad. Algunos se meten en los matorrales, otros trepan por los peñascos. Toda la ciudad queda abandonada; ¡no queda un solo habitante!


Voy a hacer que te acose el terror por todas partes», afirma el Señor de los Ejércitos. «Todos serán expulsados, cada uno por su lado, y nadie reunirá a los fugitivos.


Así dice el Señor de los Ejércitos: «Busquen al remanente de Israel. Rebusquen, como en una viña; repasen las ramas, como lo hace el vendimiador».


A cada paso nos acechan; no podemos ya andar por las calles. Nuestro fin se acerca, nos ha llegado la hora; ¡nuestros días están contados!


Nuestros perseguidores resultaron más veloces que las águilas del cielo; nos persiguieron por las montañas, nos acecharon en el desierto.


Cuando yo quiera, los castigaré; entonces las naciones se juntarán contra ellos para aprisionarlos por su doble maldad.


El Señor y Dios ha jurado por su santidad: «Vendrán días en que hasta la última de ustedes será arreada con ganchos y anzuelos.


Será como cuando alguien huye de un león y se le viene encima un oso, o como cuando al llegar a su casa, apoya la mano en la pared y lo muerde una serpiente.


La gente piadosa ha sido eliminada del país, no queda persona recta. Todos tratan de matar a alguien; unos a otros se tienden redes.


En aquel tiempo registraré Jerusalén con lámparas para castigar a los que reposan tranquilos como vino en su sedimento, a los que piensan: “El Señor no va a hacer nada, ni para bien ni para mal”.


Padre mío, mire usted el borde de su manto que tengo en la mano. Yo corté este pedazo, pero a usted no lo maté. Reconozca que yo no intento hacerle mal ni traicionarlo. Usted, sin embargo, me persigue para quitarme la vida, aunque yo no le he hecho ningún agravio.


Ahora bien, no deje usted que mi sangre sea derramada lejos de la presencia del Señor. ¿Por qué ha salido el rey de Israel en busca de una simple pulga? ¡Es como si estuviera cazando una perdiz en los montes!


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