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Génesis 6:7 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

7 Entonces el Señor dijo: «Voy a borrar de la superficie de la tierra al ser humano que he creado. Y haré lo mismo con los animales, los reptiles y las aves del cielo. ¡Me duele haberlos hecho!».

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

7 Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Entonces el Señor dijo: «Borraré de la faz de la tierra a esta raza humana que he creado. Así es, y destruiré a todo ser viviente: a todos los seres humanos, a los animales grandes, a los animales pequeños que corren por el suelo y aun a las aves del cielo. Lamento haberlos creado».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Dijo: 'Borraré de la superficie de la tierra a esta humanidad que he creado, y lo mismo haré con los animales, los reptiles y las aves, pues me pesa haberlos creado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Y dijo YHVH: Borraré de sobre la faz de la tierra a los seres que he creado, desde el humano hasta la bestia, el reptil y las aves de los cielos, pues me pesa haberlos hecho.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 y dijo: 'Voy a barrer de la faz de la tierra al hombre que he creado, desde el hombre hasta los animales domésticos, y hasta los reptiles, y las aves del cielo, pues me pesa de haberlos hecho'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra, a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves de los cielos; porque me arrepiento de haberlos hecho.

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Génesis 6:7
21 Referencias Cruzadas  

lamentó haber hecho al ser humano en la tierra, y le dolió en el corazón.


Así murió todo ser viviente que se movía sobre la tierra: las aves, los animales salvajes y domésticos, todo tipo de animal que se arrastraba por el suelo y todo ser humano.


Porque dentro de siete días haré que llueva sobre la tierra durante cuarenta días y cuarenta noches, y así borraré de la superficie de la tierra a todo ser viviente que hice».


Cuando el Señor percibió el grato aroma, se dijo a sí mismo: «Aunque la inclinación del corazón del ser humano es perversa desde su juventud, nunca más volveré a maldecir la tierra por culpa suya. Tampoco volveré a destruir a todos los seres vivientes, como acabo de hacerlo.


Los malvados, los enemigos del Señor, acabarán por ser destruidos; desaparecerán como las flores silvestres, se desvanecerán como el humo.


El temor del Señor prolonga la vida, pero los años del malvado se acortan.


Toda obra del Señor tiene un propósito; ¡hasta el malvado fue hecho para el día del desastre!


Una vez secas, las ramas se quiebran; vienen luego las mujeres y con ellas hacen fuego. Porque este es un pueblo sin entendimiento; por eso su Hacedor no le tiene compasión ni de él se apiada quien lo formó.


Por tanto, se resecará la tierra y desfallecerán todos sus habitantes. ¡Morirán las bestias del campo, las aves del cielo y los peces del mar!


Entonces el Señor se compadeció y dijo: —Esto no va a suceder.


Entonces el Señor se compadeció y dijo: —Esto tampoco va a suceder.


No los podrán librar ni su plata ni su oro en el día de la ira del Señor. »En el fuego de su celo será toda la tierra consumida; en un instante reducirá a la nada a todos los habitantes de la tierra».


«Arrasaré por completo cuanto hay sobre la faz de la tierra», afirma el Señor.


«Arrasaré con hombres y animales, con las aves del cielo, con los peces del mar y con los ídolos que hacen caer a los malvados. »Destruiré a toda la humanidad de sobre la faz de la tierra», afirma el Señor.


Así como al Señor le agradó multiplicarte y hacerte prosperar, también le agradará arruinarte y destruirte. ¡Serás arrancado de raíz, de la misma tierra que ahora vas a poseer!


El Señor no querrá perdonarlo, sino que su ira y su celo arderán contra ese hombre. Todas las maldiciones escritas en este libro caerán sobre él, y el Señor hará que desaparezca hasta el último de sus descendientes.


«Lamento haber hecho rey a Saúl, pues se ha apartado de mí y no ha llevado a cabo mis instrucciones». Tanto se alteró Samuel que pasó la noche clamando al Señor.


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