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Génesis 43:11 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

11 Entonces Israel, su padre, dijo: —Ya que no hay más remedio, hagan lo siguiente: Echen en sus costales los mejores productos de esta región y llévenselos de regalo a ese hombre: un poco de bálsamo, un poco de miel, perfumes, mirra, nueces, almendras.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

11 Entonces Israel su padre les respondió: Pues que así es, hacedlo; tomad de lo mejor de la tierra en vuestros sacos, y llevad a aquel varón un presente, un poco de bálsamo, un poco de miel, aromas y mirra, nueces y almendras.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

11 Entonces su padre Jacob finalmente les dijo: —Si no queda otro remedio, entonces al menos hagan esto: carguen sus costales con los mejores productos de esta tierra —bálsamo, miel, resinas aromáticas, pistachos y almendras—; llévenselos al hombre como regalo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

11 Israel, su padre, les dijo: 'Ya que no queda más remedio, hagan lo siguiente. Echen en sus bolsas algo de los productos del país: tragacanto, miel, goma, láudano, pistacho y almendras, y llévenselo como regalo a ese hombre.

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La Biblia Textual 3a Edicion

11 Respondió su padre Israel: Si tiene que ser así, hacedlo. Tomad de lo mejor de la tierra en vuestras bolsas y llevad obsequios a aquel hombre, un poco de bálsamo, y un poco de miel, especias y mirra, nueces y almendras.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

11 Les dijo Israel, su padre: 'Si no hay más remedio, haced lo siguiente: Meted algunos de los productos del país en vuestros sacos, y llevad al hombre aquel como presente un poco de resina y un poco de miel, tragacanto y láudano, pistachos y almendras.

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Génesis 43:11
37 Referencias Cruzadas  

—No, por favor —insistió Jacob—; si he logrado que me trates bien, acepta este presente que te ofrezco. Ya que me has recibido tan bien, ¡ver tu rostro es como ver a Dios mismo!


Luego se sentaron a comer. En eso, al levantar la vista, divisaron una caravana de ismaelitas que venía de Galaad. Sus camellos estaban cargados de perfumes, bálsamo y mirra, que llevaban a Egipto.


Si no nos hubiéramos demorado tanto, ¡ya habríamos ido y vuelto dos veces!


¡Que el Dios Todopoderoso permita que ese hombre les tenga compasión y deje libre a su otro hermano, y además vuelvan con Benjamín! En cuanto a mí, si he de perder a mis hijos, ¡qué le voy a hacer! ¡Los perderé!


Ellos tomaron los regalos, el doble del dinero y a Benjamín; entonces emprendieron el viaje a Egipto. Allí se presentaron ante José.


Ellos, por su parte, prepararon los regalos, mientras esperaban que José llegara al mediodía, pues habían oído que comerían allí.


Cuando José entró en su casa, le entregaron los regalos que habían llevado y se postraron rostro en tierra ante él.


sin contar los impuestos aportados por los mercaderes, el tráfico comercial, y por todos los reyes árabes y los gobernadores del país.


Además, año tras año le llevaban regalos: artículos de plata y de oro, vestidos, armas, perfumes, caballos y mulas.


«Hagamos un pacto tú y yo, como el que hicieron tu padre y el mío. Aquí te envío un presente de oro y plata. Anula tu pacto con Basá, rey de Israel, para que se marche de aquí».


Salomón gobernaba sobre todos los reinos desde el río Éufrates hasta la tierra de los filisteos y la frontera con Egipto. Mientras Salomón vivió, todos estos países fueron sus vasallos tributarios.


Acaz también juntó la plata y el oro que había en el Templo del Señor y en el tesoro del palacio real, y se lo envió todo al rey de Asiria como un regalo.


En aquel tiempo Merodac Baladán, hijo de Baladán y rey de Babilonia, envió cartas y un regalo a Ezequías, porque supo que había estado enfermo.


ordenó a Jazael: «Llévale un regalo al hombre de Dios. Cuando lo veas, consulta al Señor por medio de él para saber si me voy a recuperar de esta enfermedad».


«Ve y reúne a todos los judíos que están en Susa, para que ayunen por mí. Durante tres días no coman ni beban ni de día ni de noche. Yo, por mi parte, ayunaré con mis doncellas al igual que ustedes. Cuando cumpla con esto, me presentaré ante el rey, por más que vaya en contra de la ley. ¡Y, si perezco, que perezca!».


Por causa de tu Templo en Jerusalén los reyes te ofrecerán presentes.


Que le paguen tributo los reyes de Tarsis y de las costas remotas; que los reyes de Sabá y de Seba le traigan presentes.


Hagan promesas al Señor su Dios y cúmplanlas. Que todos los países vecinos traigan presentes al Dios temible,


Así que he descendido para librarlos del poder de los egipcios y sacarlos de ese país, para llevarlos a una tierra buena y espaciosa, tierra donde abundan la leche y la miel. Me refiero al país de los cananeos, hititas, amorreos, ferezeos, heveos y jebuseos.


El hombre falto de juicio se compromete por otros y sale fiador de su prójimo.


Con regalos se abren todas las puertas y se llega a la presencia de gente importante.


Muchos buscan congraciarse con los poderosos; todos son amigos de quienes reparten regalos.


El regalo secreto apacigua el enojo; el obsequio discreto calma la ira violenta.


¡Cuán delicioso es tu amor, hermana y novia mía! ¡Más agradable que el vino es tu amor, y más que toda especia la fragancia de tu perfume!


con toda clase de árbol de incienso, nardo y azafrán; con cálamo y canela, mirra y áloe y con las más finas especias.


¡Apresúrate, amado mío! ¡Corre como venado, como cervatillo, sobre los montes cubiertos de bálsamo!


¿No queda bálsamo en Galaad? ¿No queda allí médico alguno? ¿Por qué no se ha restaurado la salud de mi pueblo?


»”Los habitantes de Rodas también comerciaban contigo. Concretabas negocios con muchas islas del mar, las cuales te pagaban con ébano y colmillos de marfil.


»”Judá e Israel también comerciaban contigo. Te ofrecían trigo de Minit, pasteles, miel, aceite y bálsamo.


»”También eran tus clientes los comerciantes de Sabá y Ragama. A cambio de mercancías, te entregaban oro, piedras preciosas y los mejores perfumes.


Pero a ustedes les digo: “Poseerán la tierra que perteneció a esas naciones, tierra donde abundan la leche y la miel. Yo mismo la daré a ustedes como herencia”. Yo soy el Señor su Dios que los he distinguido entre las demás naciones.


Como no se dejaba convencer, desistimos, exclamando: —¡Que se haga la voluntad del Señor!


con los mejores frutos del sol y los mejores productos de la luna;


Acepte usted este regalo que su criada ha traído y repártalo entre los criados que lo acompañan.


—Pero si vamos, ¿qué le podemos llevar? —preguntó Saúl—. En las alforjas no nos queda nada de comer ni tenemos ningún regalo que ofrecerle al hombre de Dios. ¡Qué tenemos!


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