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Génesis 3:19 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

19 Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres y al polvo volverás».

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

19 Con el sudor de tu frente obtendrás alimento para comer hasta que vuelvas a la tierra de la que fuiste formado. Pues fuiste hecho del polvo, y al polvo volverás».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

19 Con el sudor de tu frente comerás tu pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sacado. Sepas que eres polvo y al polvo volverás.

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La Biblia Textual 3a Edicion

19 Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que retornes a la tierra, Porque de ella fuiste tomado, Pues polvo eres° y al polvo volverás.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste tomado; porque polvo eres y al polvo volverás'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.

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Génesis 3:19
33 Referencias Cruzadas  

Abraham dijo: —Reconozco que he sido muy atrevido al dirigirme así al Señor, yo que apenas soy polvo y ceniza.


Y Dios el Señor formó al ser humano del polvo del suelo; entonces sopló en su nariz aliento de vida y el hombre se convirtió en un ser viviente.


—Entre ustedes yo soy un extranjero, un extraño; no obstante, quiero pedirles que me vendan un sepulcro para enterrar a mi difunta esposa.


La tierra te producirá cardos y espinas, y comerás hierbas silvestres.


De modo que Adán vivió novecientos treinta años y murió.


Entonces dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo he de partir. El Señor ha dado; el Señor ha quitado. ¡Bendito sea el nombre del Señor!».


Recuerda que tú me hiciste del barro; ¿vas ahora a devolverme al polvo?


Y, cuando mi piel haya sido destruida, todavía veré a Dios con mis propios ojos.


En el polvo yacen unos y otros, todos ellos cubiertos de gusanos.


todo el género humano perecería, ¡la humanidad entera volvería a ser polvo!


¡cuánto más a los que habitan en casas de barro cimentadas sobre el polvo y expuestos a ser aplastados como polilla!


Él conoce de qué hemos sido formados; recuerda que somos polvo.


Sale entonces la gente a cumplir sus tareas, a hacer su trabajo hasta la tarde.


Si escondes tu rostro, se aterran; si les quitas el aliento, mueren y vuelven al polvo.


En vano madrugan ustedes y se acuestan muy tarde para comer un pan de fatigas, porque Dios lo da a sus amados mientras duermen.


Se ha secado mi vigor como la arcilla; la lengua se me pega al paladar. Me has hundido en el polvo de la muerte.


Festejarán y adorarán todos los ricos de la tierra; ante él se postrarán todos los que bajan al polvo, los que no pueden conservar su vida.


Tú haces que los hombres vuelvan al polvo, cuando dices: «¡Vuélvanse al polvo, mortales!».


Quien se aparta de la senda de la prudencia irá a parar entre los muertos.


Y me dediqué de lleno a explorar e investigar con sabiduría todo cuanto se hace bajo el cielo. ¡Penosa tarea ha impuesto Dios al género humano para abrumarlo con ella!


¿Qué provecho saca la gente de tanto afanarse bajo el sol?


Volverá entonces el polvo a la tierra, como antes fue y el espíritu volverá a Dios, que es quien lo dio.


y todo va hacia el mismo lugar. Todo surgió del polvo y al polvo todo volverá.


Tal como salió del vientre de su madre, así se irá: desnudo como vino al mundo y sin llevarse el fruto de tanto trabajo.


Del polvo de la tierra se levantarán las multitudes de los que duermen, algunos de ellos para vida eterna; pero otros para quedar en la vergüenza y el desprecio eternos.


El primer hombre era del polvo de la tierra; el segundo hombre, del cielo.


El que robaba, que no robe más, sino que trabaje honradamente con las manos para tener qué compartir con los necesitados.


Recordarán, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas para proclamarles el evangelio de Dios y cómo trabajamos día y noche para no serles una carga.


Porque, incluso cuando estábamos con ustedes, les ordenamos: «El que no quiera trabajar, que tampoco coma».


Así como está establecido que los seres humanos mueran una sola vez y después venga el juicio,


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