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Génesis 19:7 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

7 les dijo: —Por favor, amigos míos, no cometan tal perversidad.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

7 y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 —Por favor, hermanos míos —suplicó—, no hagan una cosa tan perversa.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 y les dijo: 'Les ruego, hermanos míos, que no cometan semejante maldad.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 y exclamó: ¡Por favor, hermanos míos, no hagáis este mal!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Luego les dijo: 'Os ruego, hermanos míos, que no cometáis tal maldad.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad.

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Génesis 19:7
13 Referencias Cruzadas  

Aún no se habían acostado cuando los hombres de la ciudad de Sodoma rodearon la casa. Todo el pueblo sin excepción, tanto jóvenes como ancianos, estaba allí presente.


Lot salió a la puerta y, cerrándola detrás de sí,


Tengo dos hijas que todavía son vírgenes; voy a traérselas para que hagan con ellas lo que les plazca, pero a estos hombres no les hagan nada, pues han venido a hospedarse bajo mi techo.


»No te acostarás con un hombre como quien se acuesta con una mujer. Eso es una abominación.


»Si alguien se acuesta con otro hombre como quien se acuesta con una mujer, comete un acto abominable y los dos serán condenados a muerte, de la cual ellos mismos serán responsables.


De un solo hombre hizo todas las naciones para que habitaran toda la tierra; y determinó los períodos de su historia y las fronteras de sus territorios.


Por eso Dios los entregó a los malos deseos de sus corazones, que conducen a la impureza sexual, de modo que degradaron sus cuerpos los unos con los otros.


Ningún hombre o mujer de Israel se dedicará a la prostitución ritual.


Así también Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas son puestas como ejemplo al sufrir el castigo de un fuego eterno por haber practicado, como aquellos, inmoralidad sexual y vicios contra la naturaleza.


El dueño de la casa salió y dijo: —No, amigos míos, no cometan tal perversidad, pues este hombre es mi huésped. ¡No cometan con él tal infamia!


Aconteció que Gaal, hijo de Ébed, llegó a Siquén, junto con sus hermanos, y los habitantes de aquella ciudad confiaron en él.


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