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Eclesiastés 8:4 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

4 Puesto que la palabra del rey tiene autoridad, ¿quién puede pedirle cuentas?

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

4 Pues la palabra del rey es con potestad, ¿y quién le dirá: Qué haces?

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Biblia Nueva Traducción Viviente

4 Sus órdenes tienen el respaldo de su gran poder. Nadie puede oponerse ni cuestionarlas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

4 El rey hablará, ¡y punto! Nadie le dirá: '¿Qué haces?'

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La Biblia Textual 3a Edicion

4 Y la palabra del rey es soberana. ¿Quién le pedirá cuenta de lo que hace?

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

4 Porque la palabra del rey es decisiva, y nadie le dirá: '¿Qué estás haciendo?'.

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Eclesiastés 8:4
18 Referencias Cruzadas  

Sin embargo, la orden del rey prevaleció sobre la opinión de Joab y de los comandantes del ejército, de modo que salieron de su audiencia con el rey para llevar a cabo el censo militar de Israel.


te aseguro que hoy cumpliré lo que te juré por el Señor, el Dios de Israel. Yo te prometí que tu hijo Salomón me sucederá en el trono y reinará en mi lugar.


Enseguida el rey Salomón dio a Benaías, hijo de Joyadá, la orden de matar a Adonías.


Acto seguido, el rey dio la orden a Benaías, hijo de Joyadá, y este fue y mató a Simí. Así se consolidó el reino en manos de Salomón.


Entonces Tatenay, gobernador de la provincia al oeste del río Éufrates, y Setar Bosnay y sus compañeros cumplieron al pie de la letra lo que el rey Darío les había ordenado.


Si de algo se adueñara, ¿quién lo haría desistir? ¿Quién puede cuestionar sus actos?


Entonces el rey de Egipto mandó llamar a las parteras y les preguntó: —¿Por qué han hecho esto? ¿Por qué han dejado con vida a los varones?


Rugido de león es la ira del rey; su favor es como rocío sobre el pasto.


Rugido de león es la furia del rey; quien provoca su enojo se juega la vida.


el gallo altivo, el macho cabrío y el rey al frente de su ejército.


En cuanto escuchen el sonido de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y todo tipo de música, más les vale que se inclinen ante la estatua que he mandado hacer y la adoren. De lo contrario, serán lanzados de inmediato a un horno en llamas. ¿Y qué dios podrá librarlos de mis manos?


Ninguno de los pueblos de la tierra merece ser tomado en cuenta. Dios hace lo que quiere con los poderes celestiales y con los pueblos de la tierra. No hay quien se oponga a su poder ni quien le pida cuentas de sus actos.


Respondo: ¿Quién eres tú para pedirle cuentas a Dios? «Acaso le dirá la olla de barro al que la modeló: “¿Por qué me hiciste así?”».


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