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Daniel 2:18 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

18 Y les pidió que imploraran misericordia al Dios del cielo sobre este misterio, para que él y sus amigos no fueran ejecutados con el resto de los sabios de Babilonia.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

18 para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

18 Les rogó que pidieran al Dios del cielo que tuviera misericordia y les revelara el secreto, para que no fueran ejecutados junto con los demás sabios de Babilonia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

18 Les pidió que imploraran la misericordia del Dios del cielo para que les esclareciera ese misterio; pues de lo contrario, harían morir a Daniel y a sus compañeros junto con los demás sabios de Babilonia.

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La Biblia Textual 3a Edicion

18 instándoles a implorar la gran misericordia del Dios de los cielos respecto al misterio, a fin de que Daniel y sus compañeros no perecieran junto con los otros sabios de Babilonia.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

18 a fin de que imploraran la misericordia del Dios del Cielo acerca de aquel misterio y no tuvieran que perecer Daniel y sus compañeros con los demás sabios de Babilonia.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

18 para que pidiesen misericordias del Dios del cielo sobre este misterio, y que Daniel y sus compañeros no pereciesen con los otros sabios de Babilonia.

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Daniel 2:18
22 Referencias Cruzadas  

Pero tal vez falten cinco justos para completar los cincuenta. ¿Destruirás a toda la ciudad si faltan esos cinco? —Si encuentro cuarenta y cinco justos no la destruiré —contestó él.


¡Den gracias al Dios de los cielos! ¡Su gran amor perdura para siempre!


Invócame en el día de la angustia; yo te libraré y tú me honrarás».


Él me invocará y yo le responderé; estaré con él en momentos de angustia, lo libraré y lo llenaré de honores.


Tal vez el Señor tu Dios oiga las palabras del comandante en jefe, a quien su señor, el rey de Asiria, envió para insultar al Dios viviente. ¡Que el Señor tu Dios lo castigue por las palabras que ha oído! Eleva, pues, una oración por el remanente del pueblo que aún sobrevive”».


“Clama a mí y te responderé; te daré a conocer cosas grandes e inaccesibles que tú no sabes”.


»Así dice el Señor y Dios: Una vez más cederé a la súplica del pueblo de Israel y haré esto por ellos: haré que su pueblo sea tan numeroso como un rebaño.


A ti, Dios de mis antepasados, te alabo y te doy gracias. Me has dado sabiduría y poder; me has dado a conocer lo que te pedimos. ¡Nos has dado a conocer el sueño del rey!».


Si se nos arroja al horno en llamas, el Dios al que servimos puede librarnos del horno y de las manos de Su Majestad.


La orden de dejar el tocón y las raíces del árbol quiere decir que su reino le será devuelto, cuando haya reconocido que el verdadero reino es el del cielo.


—Soy hebreo y temo al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme —respondió.


Y ustedes volverán a distinguir entre el justo y el malvado, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.


»¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se extravía una de ellas, ¿no dejará las noventa y nueve en las colinas para ir en busca de la extraviada?


»Además les digo que, si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan, les será concedida por mi Padre que está en el cielo.


Después de arrestarlo, lo metió en la cárcel y lo puso bajo la vigilancia de cuatro grupos de cuatro soldados cada uno. Tenía la intención de hacerlo comparecer en juicio público después de la Pascua.


Les ruego, hermanos, por nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu, que se unan conmigo en esta lucha y que oren a Dios por mí.


Todo esto demuestra que el Señor sabe librar de la tentación a los que viven con devoción a Dios, y sabe también guardar a los injustos para castigarlos en el día del juicio.


El Señor, que me libró de las garras del león y del oso, también me librará de la mano de ese filisteo. —Anda, pues —dijo Saúl—, y que el Señor te acompañe.


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