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2 Corintios 3:14 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

14 Sin embargo, la mente de ellos se embotó, de modo que hasta el día de hoy tienen puesto el mismo velo al leer el antiguo pacto. El velo no les ha sido quitado, porque solo se quita en Cristo.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

14 Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

14 Pero la mente de ellos se endureció y, hasta el día de hoy, cada vez que se lee el antiguo pacto, el mismo velo les cubre la mente para que no puedan entender la verdad. Este velo puede quitarse solamente al creer en Cristo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

14 Con todo, los israelitas se volvieron ciegos. El mismo velo les oculta el sentido de la antigua Alianza hasta el día de hoy, y nadie les hace ver que con Cristo ya no tiene valor.

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La Biblia Textual 3a Edicion

14 Pero el entendimiento de ellos fue embotado, porque hasta el día de hoy, sobre la lectura del antiguo pacto, permanece el mismo velo no descorrido, que por el Mesías es quitado;

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

14 Pero se les embotó la inteligencia. Porque hasta el día de hoy, en la lectura del Antiguo Testamento, sigue sin descorrerse el mismo velo, porque éste sólo en Cristo queda destruido.

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2 Corintios 3:14
34 Referencias Cruzadas  

Que se les nublen los ojos para que no vean y que se encorven sus espaldas para siempre.


Sobre este monte rasgará el velo que cubre a todos los pueblos, el manto que envuelve a todas las naciones.


No saben nada, no entienden nada; sus ojos están velados y no ven; su corazón está cerrado y no entienden.


Ciegos están todos los guardianes de Israel; ninguno de ellos sabe nada. Todos ellos son perros mudos, que no pueden ladrar. Se acuestan y desvarían; les encanta dormitar.


Vamos palpando la pared como los ciegos, andamos a tientas como los que no tienen ojos. En pleno mediodía tropezamos como si fuera de noche; andamos entre los fuertes como si estuviéramos muertos.


Haz insensible el corazón de este pueblo; endurece sus oídos y cierra sus ojos, no sea que vea con sus ojos, oiga con sus oídos y entienda con su corazón, se convierta y sea sanado».


Escucha esto, pueblo necio e insensible, que tiene ojos, pero no ve, que tiene oídos, pero no oye.


«Hijo de hombre, vives en medio de un pueblo rebelde. Tienen ojos para ver, pero no ven; tienen oídos para oír, pero no oyen. ¡Son un pueblo rebelde!


Él respondió: —A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del reino de los cielos; pero a ellos no.


—Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás —dijo Jesús—, porque eso no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en el cielo.


Pero si los ojos son malos, todo tu ser estará en oscuridad. Si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué densa será esa oscuridad!


«Les ha cegado los ojos y endurecido el corazón, para que no vean con los ojos ni entiendan con el corazón ni se arrepientan; y yo los sane».


Yo soy la luz que ha venido al mundo para que todo el que crea en mí no viva en oscuridad.


Una vez más Jesús se dirigió a la gente y dijo: —Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida.


Al terminar la lectura de la Ley y los Profetas, los jefes de la sinagoga mandaron a decirles: «Hermanos, si tienen algún mensaje de aliento para el pueblo, hablen».


En efecto, desde tiempos antiguos Moisés siempre ha tenido en cada ciudad quien lo predique y lo lea en las sinagogas todos los sábados.


Una de ellas, que se llamaba Lidia, adoraba a Dios. Era de la ciudad de Tiatira y vendía telas de color púrpura. Mientras escuchaba, el Señor le abrió el corazón para que respondiera al mensaje de Pablo.


para que les abras los ojos y se conviertan de las tinieblas a la luz y del poder de Satanás a Dios, a fin de que, por la fe en mí, reciban el perdón de los pecados y la herencia entre los santificados”.


Hermanos, quiero que entiendan este misterio para que no se vuelvan presuntuosos. Parte de Israel se ha endurecido y así permanecerá hasta que haya entrado la totalidad de los no judíos.


Hasta el día de hoy, siempre que leen a Moisés, un velo les cubre el corazón.


Él nos ha capacitado para ser servidores de un nuevo pacto, no el de la letra, sino el del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida.


Porque Dios, que dijo: «¡Que la luz resplandezca en las tinieblas!», hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Jesucristo.


A causa de la ignorancia que los domina y por la dureza de sus corazones, estos tienen oscurecido el entendimiento y están alejados de la vida que proviene de Dios.


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