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2 Corintios 12:2 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

2 Conozco a un seguidor de Cristo que hace catorce años fue llevado al tercer cielo. No sé si en el cuerpo o fuera del cuerpo; Dios lo sabe.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

2 Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Hace catorce años fui llevado hasta el tercer cielo. Si fue en mi cuerpo o fuera de mi cuerpo no lo sé; solo Dios lo sabe.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Sé de un cierto creyente, el cual hace catorce años fue arrebatado hasta el tercer cielo. Si fue con el cuerpo o fuera del cuerpo, eso no lo sé, lo sabe Dios.

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La Biblia Textual 3a Edicion

2 Sé de un hombre en el Mesías que hace catorce años (si en cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), el tal fue arrebatado hasta el tercer cielo.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Sé de un hombre en Cristo que hace catorce años -si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe- fue arrebatado al tercer cielo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

2 Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé: Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.

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2 Corintios 12:2
40 Referencias Cruzadas  

¡Qué sé yo a dónde lo va a llevar el Espíritu del Señor cuando nos separemos! Si voy y le digo a Acab que usted está aquí, y luego él no lo encuentra, ¡me matará! Tenga usted en cuenta que yo, su servidor, he sido temeroso del Señor desde mi juventud.


»Pero ¿será posible que tú, Dios mío, habites en la tierra? Si los cielos, por altos que sean, no pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido!


—Mira —le dijeron—, aquí se encuentran entre nosotros tus servidores, cincuenta hombres muy capaces que pueden ir a buscar a tu maestro. Quizás el Espíritu del Señor lo tomó y lo arrojó en algún monte o en algún valle. —No —respondió Eliseo—, no los manden.


Alábenlo ustedes, altísimos cielos, y ustedes, las aguas que están sobre los cielos.


Porque lo dice el Alto y Excelso, el que vive para siempre, cuyo nombre es Santo: «Yo habito en un lugar santo y sublime, pero también con el contrito y humilde de espíritu, para reanimar el espíritu de los humildes y alentar el corazón de los quebrantados.


En una visión, el Espíritu me levantó y me trasladó hasta donde estaban los exiliados en Babilonia; y la visión terminó.


Entonces el Espíritu me levantó, me introdujo en el atrio interior y vi que la gloria del Señor había llenado el Templo.


Sucedió que, mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo.


El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.


Al darse cuenta de esto, los apóstoles huyeron a Listra y a Derbe, ciudades de Licaonia, y a sus alrededores,


»Cuando volví a Jerusalén, mientras oraba en el Templo tuve una visión


Saluden a Apeles, que ha dado tantas pruebas de su fe en Cristo. Saluden a los de la familia de Aristóbulo.


Saluden a Priscila y a Aquila, mis compañeros de trabajo en Cristo Jesús.


Saluden a Andrónico y a Junías, mis parientes y compañeros de cárcel, destacados entre los apóstoles y convertidos a Cristo antes que yo.


Saluden a Urbano, nuestro compañero de trabajo en Cristo, y a mi querido hermano Estaquis.


Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están en Cristo Jesús,


Pero gracias a él ustedes están unidos en Cristo Jesús, a quien Dios ha hecho nuestra sabiduría, justificación, santificación y redención;


¿Por qué? ¿Porque no los amo? ¡Dios sabe que sí!


Examínense para ver si están en la fe; pruébense a sí mismos. ¿No se dan cuenta de que Cristo Jesús está en ustedes? ¡A menos que fracasen en la prueba!


Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!


Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios.


Pero en Judea las iglesias de Cristo no me conocían personalmente.


En Cristo Jesús de nada sirve estar o no estar circuncidados; lo que vale es la fe que actúa mediante el amor.


El que descendió es el mismo que ascendió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo.


Al Señor tu Dios pertenecen los cielos y lo más alto de los cielos, la tierra y todo lo que hay en ella.


Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre.


Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos.


Por eso Cristo no entró en un santuario hecho por manos humanas, simple copia del verdadero santuario, sino en el cielo mismo, para presentarse ahora ante Dios en favor nuestro.


En el día del Señor vino sobre mí el Espíritu y oí detrás de mí una voz fuerte, como de trompeta,


Ella dio a luz un hijo varón que «gobernará a todas las naciones con cetro de hierro». Pero su hijo fue arrebatado y llevado hasta Dios, que está en su trono.


Al instante vino sobre mí el Espíritu y vi un trono en el cielo y a alguien sentado en el trono.


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