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1 Samuel 23:7 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

7 Cuando contaron a Saúl que David había ido a Queilá, exclamó: «¡Dios me lo ha entregado! David se ha metido en una ciudad con puertas y cerrojos; no tiene escapatoria».

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

7 Y fue dado aviso a Saúl que David había venido a Keila. Entonces dijo Saúl: Dios lo ha entregado en mi mano, pues se ha encerrado entrando en ciudad con puertas y cerraduras.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Pronto Saúl se enteró de que David estaba en Keila. «¡Excelente! —exclamó—. ¡Ya lo tenemos! Dios me lo entregó en mis manos, porque se ha quedado atrapado en una ciudad amurallada».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Le avisaron a Saúl que David había entrado en Queila; Saúl dijo: 'Dios lo ha puesto en mis manos, pues al entrar en una ciudad con puertas y candados se ha encerrado solo'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Cuando informaron a Saúl que David había ido a Keila, Saúl dijo: ¡’Elohim lo ha desamparado en mi mano, encerrándose al entrar en una ciudad de puertas y barras!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Anunciaron a Saúl que David había ido a Queilá, y dijo Saúl: 'Dios lo ha entregado en mis manos, pues ha ido a encerrarse en una ciudad que tiene puertas y cerrojos'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 Y fue dicho a Saúl que David había venido a Keila. Entonces dijo Saúl: Dios lo ha traído a mis manos; pues él se ha encerrado, entrando en ciudad con puertas y cerraduras.

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1 Samuel 23:7
12 Referencias Cruzadas  

muy breve ha sido la algarabía del malvado y la alegría del impío ha sido pasajera.


Bendito sea el Señor, pues mostró su gran amor por mí cuando me hallaba en una ciudad sitiada.


El faraón va a pensar: “Los israelitas andan perdidos en esa tierra. ¡El desierto los tiene acorralados!”.


«Iré tras ellos y les daré alcance —alardeaba el enemigo—. Repartiré sus despojos hasta quedar hastiado. ¡Desenvainaré la espada y los destruiré con mi propia mano!».


David se estableció en los refugios del desierto, en los áridos cerros de Zif. Día tras día Saúl lo buscaba, pero Dios no lo entregó en sus manos.


Ahora bien, cuando Abiatar, hijo de Ajimélec, huyó a Queilá para refugiarse con David, se llevó consigo el efod.


Entonces convocó a todo su ejército para ir a combatir a David y a sus hombres, y sitiar la ciudad de Queilá.


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