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1 Pedro 2:1 - Biblia Nueva Versión Internacional 2022

1 Por lo tanto, abandonando toda maldad y todo engaño, hipocresía, envidias y toda calumnia,

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

1 Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones,

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Biblia Nueva Traducción Viviente

1 Por lo tanto, desháganse de toda mala conducta. Acaben con todo engaño, hipocresía, celos y toda clase de comentarios hirientes.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

1 Rechacen, pues, toda maldad y engaño, la hipocresía, la envidia y toda clase de chismes.

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La Biblia Textual 3a Edicion

1 Desechando pues toda malicia, y todo engaño, fingimientos y envidias, y todas las maledicencias,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

1 Despojaos, pues, de toda maldad y de toda falsedad, de hipocresías, de envidias y de toda clase de maledicencias.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

1 Desechando, pues, toda malicia, y todo engaño, e hipocresía, y envidia, y toda maledicencia,

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1 Pedro 2:1
50 Referencias Cruzadas  

»Los de corazón impío abrigan resentimiento; no piden ayuda aun cuando Dios los ata.


Dichoso aquel cuyo pecado el Señor no le toma en cuenta, y en cuyo espíritu no hay engaño.


que refrene su lengua de hablar el mal y sus labios de proferir engaños;


No te enojes a causa de los malvados ni envidies a los malhechores;


Sentí envidia de los arrogantes, al ver la prosperidad de esos malvados.


El corazón tranquilo da vida al cuerpo, pero la envidia carcome los huesos.


No envidies a los malvados ni procures su compañía;


No te alteres por causa de los malvados ni sientas envidia de los impíos,


No envidies a los violentos ni optes por andar en sus caminos.


En aquel día la gente arrojará a los topos y murciélagos los ídolos de plata y oro que había fabricado para adorarlos.


Entonces profanarás tus ídolos enchapados en plata y tus imágenes revestidas de oro; los arrojarás como trapo impuro y les dirás: «¡Fuera de aquí!».


¡Hipócritas! Tenía razón Isaías cuando profetizó de ustedes:


Así también ustedes, por fuera dan la impresión de ser justos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de maldad.


Lo castigará severamente y le impondrá la condena que reciben los hipócritas. Entonces habrá llanto y crujir de dientes.


¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo, entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano.


Pero Jesús, sabiendo que fingían, respondió: —¿Por qué me tienden trampas? Tráiganme una moneda romana para verla.


»¡Ay de ustedes!, que son como tumbas sin lápida, sobre las que anda la gente sin darse cuenta».


Mientras tanto, se habían reunido millares de personas, tantas que se atropellaban unas a otras. Jesús comenzó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuídense de la levadura de los fariseos, o sea, de la hipocresía.


¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame sacarte la astilla del ojo”, cuando tú mismo no te das cuenta de la viga en el tuyo? ¡Hipócrita!, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano.


Cuando Jesús vio que Natanael se acercaba, comentó: —Aquí tienen a un verdadero israelita en quien no hay falsedad.


Se han llenado de toda clase de injusticia, maldad, avaricia y depravación. Están repletos de envidia, homicidios, desacuerdos, engaño y malicia. Son chismosos,


Hermanos, no sean niños en su modo de pensar. Sean niños en cuanto a la malicia, pero adultos en su modo de pensar.


Así que celebremos nuestra Pascua no con la vieja levadura, que es la malicia y la perversidad, sino con pan sin levadura, que es la sinceridad y la verdad.


En realidad, me temo que cuando vaya a verlos no los encuentre como quisiera, ni ustedes me encuentren a mí como quisieran. Temo que haya peleas, celos, arrebatos de ira, rivalidades, calumnias, chismes, arrogancias y alborotos.


Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias y toda forma de malicia.


Nuestra exhortación no se origina en el error ni en malas intenciones; tampoco procura engañar a nadie.


Así mismo, las esposas de los diáconos deben ser honorables, no calumniadoras, sino moderadas y dignas de toda confianza.


A las ancianas, enséñales que sean reverentes en su conducta, y no calumniadoras ni adictas al mucho vino. Deben enseñar lo bueno


Por tanto, también nosotros que estamos rodeados de una nube tan grande de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante.


Por esto, despójense de toda inmoralidad y de la maldad que tanto abunda, para que puedan recibir con humildad la palabra sembrada en ustedes, la cual tiene poder para salvarles.


Pero si ustedes tienen envidias amargas y rivalidades en el corazón, dejen de presumir y de faltar a la verdad.


Hermanos, no hablen mal unos de otros. Si alguien habla mal de su hermano o lo juzga, habla mal de la Ley y la juzga. Y si juzgas la Ley, ya no eres cumplidor de la Ley, sino su juez.


¿O creen que la Escritura dice en vano que Dios ama celosamente al espíritu que hizo morar en nosotros?


No se quejen unos de otros, hermanos, para que no sean juzgados. ¡El Juez ya está a la puerta!


Eso es actuar como personas libres que no se valen de su libertad para encubrir su maldad, sino que viven como siervos de Dios.


«Él no cometió ningún pecado ni hubo engaño en su boca».


En efecto, «el que quiera amar la vida y gozar de días felices, que refrene su lengua de hablar el mal y sus labios de proferir engaños;


para vivir el resto de su vida terrenal no satisfaciendo sus pasiones humanas, sino cumpliendo la voluntad de Dios.


A ellos les parece extraño que ustedes ya no los sigan en sus excesos de inmoralidad y por eso los insultan.


No se encontró mentira alguna en su boca, pues son intachables.


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