Juan 13:9 - Biblia Torres Amat 1825

⁹ Le dijo Simón Pedro: Señor, no solamente mis pies, sino las manos también, y la cabeza.

Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

⁹ Le dijo Simón Pedro: Señor, no solo mis pies, sino también las manos y la cabeza.

Biblia Nueva Traducción Viviente

⁹ —¡Entonces, lávame también las manos y la cabeza, Señor, no solo los pies! —exclamó Simón Pedro.

Biblia Católica (Latinoamericana)

⁹ Entonces Pedro le dijo: 'Señor, lávame no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.

La Biblia Textual 3a Edicion

⁹ Le dice Simón Pedro: ¡Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!

Biblia Serafín de Ausejo 1975

⁹ Dícele Simón Pedro: 'Señor, no solamente los pies, sino también las manos y la cabeza'.

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

⁹ Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también mis manos y mi cabeza.

Juan 13:9 Referencias Cruzadas

Salmos 26:6

Lavaré mis manos en compañía de los inocentes; y rodearé, Señor, tu altar,

Salmos 51:2

Lávame aun más de mi iniquidad, y límpiame de mi pecado,

Salmos 51:7

Me rociarás, Señor, con el hisopo, y seré purificado; me lavarás, y quedaré más blanco que la nieve.

Jeremías 4:14

Lava, pues, ¡oh Jerusalén !, tu corazón de toda malicia, si quieres salvarte. ¿Hasta cuándo tendrán acogida en ti los pensamientos nocivos o perversos?

Mateo 27:24

Con lo que viendo Pilato que nada adelantaba, antes bien, que cada vez crecía el tumulto, mandando traer agua, se lavó las manos a la vista del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo, allá os lo veáis vosotros.

Juan 13:10

Jesús le dice: El que acaba de lavarse, no necesita lavarse más que los pies, estando como está limpio todo lo demás. Y en cuanto a vosotros, limpios estáis, aunque no todos.

Juan 13:8

Le dijo Pedro: Jamás por jamás no me lavarás tú a mí los pies. Le respondió Jesús : Si yo no te lavare, no tendrás parte conmigo.

Hebreos 10:22

mantengamos firme la esperanza que hemos confesado (que fiel es quien hizo la promesa),

1 Pedro 3:21

el cual, después de haber devorado la muerte, a fin de hacernos herederos de la vida eterna, está a la diestra de Dios, habiendo subido al cielo, y estándole sumisos los ángeles, y las potestades y las virtudes.