Proverbios 21:10 - Biblia Serafín de Ausejo 1975

¹⁰ El alma del malvado desea el mal, no tiene piedad para su prójimo.

Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

¹⁰ El alma del impío desea el mal; Su prójimo no halla favor en sus ojos.

Biblia Nueva Traducción Viviente

¹⁰ Los malvados desean el mal; no muestran compasión a sus vecinos.

Biblia Católica (Latinoamericana)

¹⁰ El malvado sólo desea el mal, nadie le cae bien.

La Biblia Textual 3a Edicion

¹⁰ Afán del malvado es desear el mal, Su prójimo nunca halla favor a sus ojos.

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

¹⁰ El alma del impío desea el mal; su prójimo no halla favor a sus ojos.

Biblia Traducción en Lenguaje Actual

¹⁰ El malvado solo piensa en el mal, y hasta con sus amigos es malvado.

Proverbios 21:10 Referencias Cruzadas

Salmos 112:5

Tet. Feliz el que se apiada y da prestado Yod. y el que rige su hacienda con justicia:

Salmos 112:9

Pe. Generoso, hace dones a los pobres Sade. y su prosperidad permanece para siempre: Qof. su frente habrá de erguirse con honor.

Salmos 36:4

Los dichos de su boca, fraude y dolo; dejó de comprender, de hacer el bien.

Proverbios 12:12

El deseo del malvado es una red de males, la estirpe de los justos permanece firme.

Proverbios 14:21

Quien desprecia a su prójimo peca. ¡Feliz quien se apiada de los pobres!

Proverbios 2:14

de quienes disfrutan haciendo el mal y se complacen en actos perversos;

Proverbios 21:13

Quien cierra el oído al clamor del pobre clamará a su vez y no hallará respuesta.

Proverbios 21:9

Más vale morar en un rincón de la terraza que compartir la casa con mujer quisquillosa.

Proverbios 3:29

No maquines maldad contra tu prójimo cuando se sienta confiado junto a ti.

1 Corintios 10:6

Estos acontecimientos tenían sentido figurativo para nosotros, para que no codiciemos el mal como lo codiciaron ellos.

Santiago 2:13

Tendrá un juicio sin misericordia quien no tuvo misericordia. La misericordia prevalece sobre el juicio.

1 Juan 2:16

porque todo lo que hay en el mundo -los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la jactancia de la opulencia- no proviene del Padre, sino que procede del mundo.