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Números 20:8 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

8 «Toma la vara y reúne a la asamblea. En presencia de esta, tú y tu hermano le ordenaréis a la roca que dé agua. Así haréis que de ella brote agua, y daréis de beber a la asamblea y a su ganado».

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

8 Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

8 «Tú y Aarón tomen la vara y reúnan a toda la comunidad. En presencia de todo el pueblo, háblale a la roca y de ella brotará agua. De la roca proveerás suficiente agua para satisfacer a toda la comunidad y a sus animales».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

8 Toma tu varilla y junto con tu hermano Aarón reúne a toda la comunidad. Y a la vista de todos le dirás a la roca que dé agua. Harás que brote para ellos agua de la roca y se la darás a beber a la comunidad y a su ganado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

8 Toma la vara y congrega a la asamblea, tú y tu hermano Aarón, y hablaréis a la peña ante los ojos de ellos. Y ella dará sus aguas, y les sacarás agua de la peña y darás de beber a la asamblea y a sus ganados.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

8 'Toma la vara y reúne a la comunidad, tú y tu hermano Aarón, y en presencia de todos ordena a la roca que te dé agua. Harás brotar para ellos agua de la roca y darás de beber a la comunidad y a su ganado'.

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Números 20:8
31 Referencias Cruzadas  

¿Acaso hay algo imposible para el Señor? El año que viene volveré a visitarte en esta fecha, y para entonces Sara habrá tenido un hijo.


»Saciaste su hambre con pan del cielo; calmaste su sed con agua de la roca. Les diste posesión de la tierra que bajo juramento les habías prometido.


Abrió la roca, y brotó agua que corrió por el desierto como un río.


¡Él convirtió la roca en un estanque, el pedernal en manantiales de agua!


porque él habló, y todo fue creado; dio una orden, y todo quedó firme.


Y tú, levanta tu vara, extiende tu brazo sobre el mar y divide las aguas, para que los israelitas lo crucen sobre terreno seco.


Entonces Moisés le ordenó a Josué: «Escoge algunos de nuestros hombres y sal a combatir a los amalecitas. Mañana yo estaré en la cima de la colina con la vara de Dios en la mano».


Pero no te olvides de llevar contigo esta vara, porque con ella harás señales milagrosas.


―¿Qué tienes en la mano? —preguntó el Señor. ―Una vara —respondió Moisés.


Así que Moisés tomó a su mujer y a sus hijos, los montó en un asno y volvió a Egipto. En la mano llevaba la vara de Dios.


Moisés y Aarón cumplieron las órdenes del Señor. En presencia del faraón y de sus funcionarios, Aarón levantó su vara y golpeó las aguas del Nilo. ¡Y toda el agua del río se convirtió en sangre!


Me honran los animales salvajes, los chacales y los avestruces; yo hago brotar agua en el desierto, ríos en lugares desolados, para dar de beber a mi pueblo escogido,


Cuando los guio a través de los desiertos, no tuvieron sed; hizo que de la roca brotara agua para ellos; partió la roca, y manaron las aguas.


Dicho esto, levantó la mano y dos veces golpeó la roca con la vara, ¡y brotó agua en abundancia, de la cual bebieron la asamblea y su ganado!


y el Señor le dijo a Moisés:


La ladera de los valles que se extienden hasta la región de Ar y la frontera de Moab».


¡Pozo que el gobernante cavó con su cetro y que el noble abrió con su vara!» Desde el desierto se dirigieron a Matana;


―Os aseguro que, si tenéis fe y no dudáis —respondió Jesús—, no solo haréis lo que he hecho con la higuera, sino que podréis decirle a este monte: “¡Quítate de ahí y tírate al mar!”, y así se hará.


Pues, si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!»


Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre. Pedid y recibiréis, para que vuestra alegría sea completa.


Todos, en un mismo espíritu, se dedicaban a la oración, junto con las mujeres y con los hermanos de Jesús y su madre María.


Entonces los sacerdotes tocaron las trompetas, y la gente gritó a gran voz, ante lo cual las murallas de Jericó se derrumbaron. El pueblo avanzó, sin ceder ni un centímetro, y tomó la ciudad.


Cuando todos escuchéis el toque de guerra, el pueblo deberá gritar a gran voz. Entonces los muros de la ciudad se derrumbarán, y cada uno entrará sin impedimento».


Luego el ángel me mostró un río de agua de vida, claro como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero,


El Espíritu y la novia dicen: «¡Ven!»; y el que escuche diga: «¡Ven!» El que tenga sed, venga; y el que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida.


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