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Lucas 18:9 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

9 A algunos que, confiando en sí mismos, se creían justos y despreciaban a los demás, Jesús les contó esta parábola:

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

9 A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola:

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Biblia Nueva Traducción Viviente

9 Luego Jesús contó la siguiente historia a algunos que tenían mucha confianza en su propia rectitud y despreciaban a los demás:

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Biblia Católica (Latinoamericana)

9 Jesús dijo esta parábola por algunos que estaban convencidos de ser justos y despreciaban a los demás.

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La Biblia Textual 3a Edicion

9 A unos que confiaban° en sí mismos como justos y menospreciaban° a los demás, les propuso esta parábola:

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

9 A algunos que presumían de ser justos y menospreciaban a los demás les dijo esta parábola:

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

9 Y también dijo esta parábola a unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros:

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Lucas 18:9
22 Referencias Cruzadas  

Hay quienes se creen muy puros, pero no se han purificado de su impureza.


que dicen: “¡Mantente alejado! ¡No te acerques a mí! ¡Soy demasiado sagrado para ti!” Todo esto me fastidia como humo en la nariz; ¡es un fuego que arde todo el día!


¡Escuchad la palabra del Señor, vosotros que tembláis ante su palabra!: «Así dicen vuestros hermanos que os odian y os excluyen por causa de mi nombre: “¡Que el Señor sea glorificado, para que veamos vuestra alegría!” Pero ellos serán los avergonzados.


Al séptimo día el sacerdote deberá examinar otra vez al enfermo; si la tiña no se ha extendido, ni tiene pelo amarillento ni se ve más hundida que la piel,


Pero él quería justificarse, así que preguntó a Jesús: ―¿Y quién es mi prójimo?


de modo que los fariseos y los maestros de la ley se pusieron a murmurar: «Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos».


Él les dijo: «Vosotros os hacéis los buenos ante la gente, pero Dios conoce vuestros corazones. Daos cuenta de que aquello que la gente tiene en gran estima es detestable delante de Dios.


El fariseo se puso a orar consigo mismo: “Oh Dios, te doy gracias porque no soy como otros hombres —ladrones, malhechores, adúlteros— ni mucho menos como ese recaudador de impuestos.


Al ver esto, todos empezaron a murmurar: «Ha ido a hospedarse con un pecador».


Al ver esto, el fariseo que lo había invitado dijo para sí: «Si este hombre fuera profeta, sabría quién es la que lo está tocando, y qué clase de mujer es: una pecadora».


―¿No tenemos razón al decir que eres un samaritano, y que estás endemoniado? —replicaron los judíos.


Entonces lo insultaron y le dijeron: ―¡Discípulo de ese lo serás tú! ¡Nosotros somos discípulos de Moisés!


Ellos replicaron: ―Tú, que naciste sumido en pecado, ¿vas a darnos lecciones? Y lo expulsaron.


Pero el Señor me replicó: “Vete; yo te enviaré lejos, a los gentiles”».


No conociendo la justicia que proviene de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios.


Tú, entonces, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú, ¿por qué lo menosprecias? ¡Todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios!


El que come de todo no debe menospreciar al que no come ciertas cosas, y el que no come de todo no debe condenar al que lo hace, pues Dios lo ha aceptado.


En otro tiempo yo tenía vida aparte de la ley; pero, cuando vino el mandamiento, cobró vida el pecado y yo morí.


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