Biblia Todo Logo
La Biblia Online
- Anuncios -





Lucas 1:20 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

20 Pero, como no creíste en mis palabras, las cuales se cumplirán a su debido tiempo, te vas a quedar mudo. No podrás hablar hasta el día en que todo esto suceda.

Ver Capítulo Copiar


Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

20 Y ahora quedarás mudo y no podrás hablar, hasta el día en que esto se haga, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Nueva Traducción Viviente

20 Pero ahora, como no creíste lo que te dije, te quedarás mudo, sin poder hablar hasta que nazca el niño. Te aseguro que mis palabras se cumplirán a su debido tiempo.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Católica (Latinoamericana)

20 Mis palabras se cumplirán a su debido tiempo, pero tú, por no haber creído, te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que todo esto ocurra.

Ver Capítulo Copiar

La Biblia Textual 3a Edicion

20 He aquí estarás mudo y sin poder hablar° hasta el día que lleguen a suceder estas cosas, por cuanto no creíste a mis palabras, las cuales serán cumplidas a su debido tiempo.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Serafín de Ausejo 1975

20 Pero mira: te vas a quedar mudo y sin poder hablar hasta el día en que se realicen estas cosas, por no haber creído en mis palabras, que se cumplirán a su tiempo'.

Ver Capítulo Copiar

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

20 Y he aquí estarás mudo y no podrás hablar, hasta el día que esto sea hecho, por cuanto no creíste mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.

Ver Capítulo Copiar




Lucas 1:20
22 Referencias Cruzadas  

ese oficial había replicado: «¡No me digas! Aunque el Señor abriera las ventanas del cielo, ¡no podría suceder tal cosa!» De modo que el hombre de Dios respondió: «Pues lo verás con tus propios ojos, pero no llegarás a comerlo».


El ayudante personal del rey replicó: ―¡No me digas! Aunque el Señor abriera las ventanas del cielo, ¡no podría suceder tal cosa! ―Pues lo verás con tus propios ojos —le advirtió Eliseo—, pero no llegarás a comerlo.


―¿Y quién le puso la boca al hombre? —le respondió el Señor—. ¿Acaso no soy yo, el Señor, quien lo hace sordo o mudo, quien le da la vista o se la quita?


La cabeza de Efraín es Samaria, y la cabeza de Samaria es el hijo de Remalías; si vosotros no creéis en mí, no permaneceréis firmes”».


Ese mismo día se te soltará la lengua y dejarás de estar mudo. Entonces podrás hablar con el fugitivo; servirás de señal para ellos, y sabrán que yo soy el Señor».


Yo haré que se te pegue la lengua al paladar, y así te quedarás mudo y no podrás reprenderlos, por más que sean un pueblo rebelde.


»Mientras aquel hombre me decía esto, yo me incliné de cara al suelo y guardé silencio.


El Señor les dijo a Moisés y a Aarón: «Por no haber confiado en mí, ni haber reconocido mi santidad en presencia de los israelitas, no seréis vosotros los que llevéis a esta comunidad a la tierra que les he dado».


Por último se apareció Jesús a los once mientras comían; los reprendió por su falta de fe y por su obstinación en no creer a los que lo habían visto resucitado.


―¡Ah, generación incrédula! —respondió Jesús—. ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportaros? Traedme al muchacho.


―Yo soy Gabriel y estoy a las órdenes de Dios —le contestó el ángel—. He sido enviado para hablar contigo y darte estas buenas noticias.


Mientras tanto, el pueblo estaba esperando a Zacarías y les extrañaba que se demorara tanto en el santuario.


Cuando por fin salió, no podía hablarles, así que se dieron cuenta de que allí había tenido una visión. Se podía comunicar solo por señas, pues seguía mudo.


¡Dichosa tú que has creído, porque lo que el Señor te ha dicho se cumplirá!


Al instante se le desató la lengua, recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.


Pero entonces, si a algunos les faltó la fe, ¿acaso su falta de fe anula la fidelidad de Dios?


si somos infieles, él sigue siendo fiel, ya que no puede negarse a sí mismo.


Nuestra esperanza es la vida eterna, la cual Dios, que no miente, ya había prometido antes de la creación.


Lo hizo así para que, mediante la promesa y el juramento, que son dos realidades inmutables en las cuales es imposible que Dios mienta, tengamos un estímulo poderoso los que, buscando refugio, nos aferramos a la esperanza que está delante de nosotros.


Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé fervoroso y arrepiéntete.


Síguenos en:

Anuncios


Anuncios


¡Síguenos en WhatsApp! Síguenos