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Juan 9:31 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí a los piadosos y a quienes hacen su voluntad.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

31 Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ese oye.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores pero está dispuesto a escuchar a los que lo adoran y hacen su voluntad.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

31 Es sabido que Dios no escucha a los pecadores, pero al que honra a Dios y cumple su voluntad, Dios lo escucha.

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La Biblia Textual 3a Edicion

31 Sabemos que Dios no oye a los pecadores, pero si alguien es temeroso de Dios y hace su voluntad, a éste oye.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores; sino que al hombre temeroso de Dios y cumplidor de su voluntad, a ése es a quien escucha.

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Juan 9:31
41 Referencias Cruzadas  

Así arrasó Dios las ciudades de la llanura, pero se acordó de Abraham y sacó a Lot de en medio de la catástrofe que destruyó las ciudades en que había habitado.


Pero ahora devuelve esa mujer a su esposo, porque él es profeta y va a interceder por ti para que vivas. Si no lo haces, ten por seguro que morirás junto con todos los tuyos.


Si Dios no responde al clamor de la gente, es por la arrogancia de los malvados.


Dios no escucha sus vanas peticiones; el Todopoderoso no les presta atención.


Tomad ahora siete toros y siete carneros, e id con mi siervo Job y ofreced un holocausto por vosotros mismos. Mi siervo Job orará por vosotros, y yo atenderé a su oración y no os haré quedar en vergüenza. Y conste que, a diferencia de mi siervo Job, lo que vosotros habéis dicho de mí no es verdad».


Dios amenazó con destruirlos, pero no lo hizo por Moisés, su escogido, que se puso ante él en la brecha e impidió que su ira los destruyera.


Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Que tu buen Espíritu me guíe por un terreno sin obstáculos.


Cumple los deseos de quienes le temen; atiende a su clamor y los salva.


Pedían ayuda; no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no les respondió.


Me agrada, Dios mío, hacer tu voluntad; tu ley la llevo dentro de mí».


Moisés y Aarón se contaban entre sus sacerdotes, y Samuel, entre los que invocaron su nombre. Invocaron al Señor, y él les respondió;


El Señor se mantiene lejos de los impíos, pero escucha las oraciones de los justos.


Quien cierra sus oídos al clamor del pobre llorará también sin que nadie le responda.


Dios aborrece hasta la oración del que se niega a obedecer la ley.


Cuando levantáis vuestras manos, yo aparto de vosotros mis ojos; aunque multipliquéis vuestras oraciones, no las escucharé, pues tenéis las manos llenas de sangre.


Llamarás, y el Señor responderá; pedirás ayuda, y él dirá: “¡Aquí estoy!” »Si desechas el yugo de opresión, el dedo acusador y la lengua maliciosa,


Por eso, así dice el Señor: “Les enviaré una calamidad de la cual no podrán escapar. Aunque clamen a mí, no los escucharé.


Aunque ayunen, no escucharé sus clamores; aunque me ofrezcan holocaustos y ofrendas de cereal, no los aceptaré. En verdad, voy a exterminarlos con la espada, el hambre y la peste».


El Señor me dijo: «Aunque Moisés y Samuel se presentaran ante mí, no tendría compasión de este pueblo. ¡Échalos de mi presencia! ¡Que se vayan!


Por eso, voy a actuar con furor. No tendré piedad ni compasión de ellos. Por más que me imploren a gritos, ¡no los escucharé!»


Entonces le pedirán auxilio al Señor, pero él no les responderá; esconderá de ellos su rostro porque hicieron lo malo.


“Como no me escucharon cuando los llamé, tampoco yo los escucharé cuando ellos me llamen —dice el Señor Todopoderoso—.


Pero yo sé que aun ahora Dios te dará todo lo que le pidas.


No me escogisteis vosotros a mí, sino que yo os escogí a vosotros y os comisioné para que vayáis y deis fruto, un fruto que perdure. Así el Padre os dará todo lo que le pidáis en mi nombre.


―Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra —les dijo Jesús—.


El que esté dispuesto a hacer la voluntad de Dios reconocerá si mi enseñanza proviene de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta.


―¡Ahí está lo sorprendente! —respondió el hombre—: que vosotros no sepáis de dónde salió, y que a mí me haya abierto los ojos.


Jamás se ha sabido que alguien le haya abierto los ojos a uno que naciera ciego.


Entonces regresasteis y llorasteis ante el Señor, pero él no prestó atención a vuestro lamento ni os hizo caso.


Por eso dije: “Aquí me tienes —como el libro dice de mí—. He venido, oh Dios, a hacer tu voluntad”».


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