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Juan 21:15 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

15 Cuando terminaron de desayunar, Jesús preguntó a Simón Pedro: ―Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? ―Sí, Señor, tú sabes que te quiero —contestó Pedro. ―Apacienta mis corderos —le dijo Jesús.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que estos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Él le dijo: Apacienta mis corderos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

15 Después del desayuno, Jesús le preguntó a Simón Pedro: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? —Sí, Señor —contestó Pedro—, tú sabes que te quiero. —Entonces, alimenta a mis corderos —le dijo Jesús.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

15 Cuando terminaron de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: 'Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?' Contestó: 'Sí, Señor, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: 'Apacienta mis corderos.

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La Biblia Textual 3a Edicion

15 Cuando pues hubieron comido, Jesús le dice a Simón Pedro: Simón, hijo° de Juan, ¿me amas° más que éstos? Le dice: Sí, Señor, Tú sabes que te quiero.° Le dice: Apacienta mis corderos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

15 Cuando terminaron de almorzar, dice Jesús a Simón Pedro: 'Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?'. Le responde: 'Sí Señor; tú sabes que te quiero'. Él le contesta: 'Apacienta mis corderos'.

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Juan 21:15
49 Referencias Cruzadas  

Pero Jacob se disculpó: ―Mi hermano y señor debe saber que los niños son todavía muy débiles, y que las ovejas y las vacas acaban de tener cría, y debo cuidarlas. Si les exijo demasiado, en un solo día se me puede morir todo el rebaño.


»¿Qué más te puede decir tu siervo David que tú no sepas, Señor mi Dios?


«Recuerda, Señor, que yo me he conducido delante de ti con lealtad y con un corazón íntegro, y que he hecho lo que te agrada». Y Ezequías lloró amargamente.


Como un pastor que cuida su rebaño, recoge los corderos en sus brazos; los lleva junto a su pecho, y guía con cuidado a las recién paridas.


Pondré sobre ellas pastores que las pastorearán, y ya no temerán ni se espantarán, ni faltará ninguna de ellas —afirma el Señor—.


Os daré pastores que cumplan mi voluntad, para que os guíen con sabiduría y entendimiento.


Entonces les daré un pastor, mi siervo David, que las apacentará y será su único pastor.


Entonces me dijo: «Estas son las cocinas donde los servidores del templo hervirán los animales para los sacrificios del pueblo».


»El que quiere a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí;


―Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás —le dijo Jesús—, porque eso no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en el cielo.


»Tened cuidado de no menospreciar a uno de estos pequeños. Porque os digo que en el cielo los ángeles de ellos contemplan siempre el rostro de mi Padre celestial.


―Aunque todos te abandonen —declaró Pedro—, yo jamás lo haré.


―Aunque tenga que morir contigo —insistió Pedro—, jamás te negaré. Y los demás discípulos dijeron lo mismo.


―Aunque todos te abandonen, yo no —declaró Pedro.


»No tengáis miedo, mi rebaño pequeño, porque es la buena voluntad del Padre daros el reino.


Pero yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos».


Luego lo llevó a Jesús, quien, mirándolo fijamente, le dijo: ―Tú eres Simón, hijo de Juan. Serás llamado Cefas (es decir, Pedro).


―Señor —insistió Pedro—, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Por ti daré hasta la vida.


ya que el Padre mismo os ama porque me habéis amado y habéis creído que yo he venido de parte de Dios.


―Venid a desayunar —les dijo Jesús. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres tú?», porque sabían que era el Señor.


―¡Es el Señor! —dijo a Pedro el discípulo a quien Jesús amaba. Tan pronto como Simón Pedro le oyó decir: «Es el Señor», se puso la ropa, pues estaba semidesnudo, y se tiró al agua.


―Si Dios fuera vuestro Padre —les contestó Jesús—, vosotros me amaríais, porque yo he venido de Dios y aquí me tenéis. No he venido por mi propia cuenta, sino que él me envió.


Cuidad de vosotros mismos y de todo el rebaño sobre el cual el Espíritu Santo os ha puesto como obispos para pastorear la iglesia de Dios, que él adquirió con su propia sangre.


Sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos feroces que procurarán acabar con el rebaño.


Recibid al que es débil en la fe, pero no para entrar en discusiones.


Los fuertes en la fe debemos apoyar a los débiles, en vez de hacer lo que nos agrada.


Entonces ese hermano débil, por quien Cristo murió, se perderá a causa de tu conocimiento.


En Cristo Jesús de nada vale estar o no estar circuncidados; lo que vale es la fe que actúa mediante el amor.


Así ya no seremos niños, zarandeados por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza y por la astucia y los artificios de quienes emplean artimañas engañosas.


La gracia sea con todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con amor imperecedero.


El Dios que da la paz levantó de entre los muertos al gran Pastor de las ovejas, a nuestro Señor Jesús, por la sangre del pacto eterno.


Ninguna cosa creada escapa a la vista de Dios. Todo está al descubierto, expuesto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.


Vosotros le amáis a pesar de no haberle visto; y, aunque no le veis ahora, creéis en él y os alegráis con un gozo indescriptible y glorioso,


desead con ansias la leche pura de la palabra, como niños recién nacidos. Así, por medio de ella, creceréis en vuestra salvación,


Antes erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor que cuida de vuestras vidas.


Nosotros amamos porque él nos amó primero.


Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios, y todo el que ama al padre ama también a sus hijos.


A los hijos de esa mujer los heriré de muerte. Así sabrán todas las iglesias que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y a cada uno de vosotros os trataré de acuerdo con vuestras obras.


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