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Jeremías 22:3 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

3 Así dice el Señor: ‘Practicad el derecho y la justicia. Librad al oprimido del poder del opresor. No maltratéis ni hagáis violencia al extranjero, ni al huérfano ni a la viuda, ni derraméis sangre inocente en este lugar.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

3 Así ha dicho Jehová: Haced juicio y justicia, y librad al oprimido de mano del opresor, y no engañéis ni robéis al extranjero, ni al huérfano ni a la viuda, ni derraméis sangre inocente en este lugar.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

3 Esto dice el Señor: ‘Sean imparciales y justos. ¡Hagan lo que es correcto! Ayuden a quienes han sufrido robos; rescátenlos de sus opresores. ¡Abandonen sus malas acciones! No maltraten a los extranjeros, ni a los huérfanos ni a las viudas. ¡Dejen de matar al inocente!

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Biblia Católica (Latinoamericana)

3 Practiquen la justicia y hagan el bien, libren de la mano del opresor al que fue despojado; no maltraten al forastero ni al huérfano ni a la viuda; no les hagan violencia, ni derramen sangre inocente en este lugar.

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La Biblia Textual 3a Edicion

3 Así dice YHVH: Haced lo recto y lo justo, y librad al despojado de mano del opresor. No maltratéis ni hagáis violencia al extranjero, al huérfano ni a la viuda, ni derraméis sangre inocente en este lugar.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

3 Así dice Yahveh: practicad el derecho y la justicia, liberad al oprimido de la mano del opresor, no molestéis ni oprimáis al forastero, al huérfano ni a la viuda, y no derraméis sangre inocente en este lugar.

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Jeremías 22:3
49 Referencias Cruzadas  

El Dios de Israel habló, la Roca de Israel me dijo: “El que gobierne a la gente con justicia, el que gobierne en el temor de Dios,


incluso por haber derramado sangre inocente, con la cual inundó Jerusalén. Por lo tanto, el Señor no quiso perdonar.


No les dabas nada a las viudas, y para colmo les quitabas todo a los huérfanos.


El huérfano se queda sin los pechos de su madre; al pobre se le retiene a cambio de una deuda.


Padre de los huérfanos y defensor de las viudas es Dios en su morada santa.


Salvad al menesteroso y al necesitado; libradlos de la mano de los impíos.


que conspiran contra la gente honrada y condenan a muerte al inocente?


Matan a las viudas y a los extranjeros; a los huérfanos los asesinan.


»No maltrates ni oprimas a los extranjeros, pues también tú y tu pueblo fuisteis extranjeros en Egipto.


»No explotes a las viudas ni a los huérfanos,


No cambies de lugar los linderos antiguos, ni invadas la propiedad de los huérfanos,


los ojos que se enaltecen, la lengua que miente, las manos que derraman sangre inocente,


Tus gobernantes son rebeldes, cómplices de ladrones; todos aman el soborno y van tras los regalos. No abogan por el huérfano, ni se ocupan de la causa de la viuda.


»El ayuno que he escogido, ¿no es más bien romper las cadenas de injusticia y desatar las correas del yugo, poner en libertad a los oprimidos y romper toda atadura?


¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento y dar refugio a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no dejar de lado a tus semejantes?


Porque ellos me han abandonado. Han profanado este lugar, quemando en él incienso a otros dioses que no conocían ni ellos ni sus antepasados ni los reyes de Judá. Además, han llenado de sangre inocente este lugar.


Adviértele a la dinastía de David que así dice el Señor: »“Haced justicia cada mañana, y librad al explotado del poder del opresor, no sea que mi ira se encienda como un fuego y arda sin que nadie pueda extinguirla, a causa de la maldad de sus acciones.


»Pero tus ojos y tu corazón solo buscan ganancias deshonestas, solo buscan derramar sangre inocente y practicar la opresión y la violencia».


Los jefes y todo el pueblo dijeron a los sacerdotes y a los profetas: «Este hombre no debe ser condenado a muerte, porque nos ha hablado en el nombre del Señor nuestro Dios».


gordos y pedantes. Sus obras de maldad no tienen límite: no hacen justicia al huérfano, para que su causa prospere; ni defienden tampoco el derecho de los menesterosos.


Lo que sí les ordené fue lo siguiente: ‘Obedecedme. Así yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo. Conducíos conforme a todo lo que yo os ordene, para que os vaya bien’.


Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe de conocerme y de comprender que yo soy el Señor, que actúo en la tierra con amor, con derecho y justicia, pues es lo que a mí me agrada —afirma el Señor—.


y no se le hace justicia, ¿el Señor no se da cuenta?


oprima al pobre y al indigente, robe y no devuelva la prenda al deudor, y eleve plegarias a los ídolos e incurra en actos repugnantes;


No oprime a nadie, ni roba, sino que devuelve la prenda al deudor, da de comer al hambriento y viste al desnudo.


Tus habitantes tratan con desprecio a su padre y a su madre, oprimen al extranjero, explotan al huérfano y a la viuda.


»”Así dice el Señor omnipotente: ¡Basta ya, príncipes de Israel! ¡Abandonad la violencia y la explotación! ¡Practicad el derecho y la justicia! ¡Dejad de extorsionar a mi pueblo! Lo afirma el Señor.


Pero Egipto quedará desolado, y Edom convertido en desierto, por la violencia cometida contra el pueblo de Judá, en cuya tierra derramaron sangre inocente.


»No perviertas la justicia, ni te muestres parcial en favor del pobre o del rico, sino juzga a todos con justicia.


¡Odiad el mal y amad el bien! Haced que impere la justicia en los tribunales; tal vez así el Señor, el Dios Todopoderoso, tenga compasión del remanente de José.


¡Pero que fluya el derecho como las aguas, y la justicia como arroyo inagotable!


Sus gobernantes juzgan por soborno, sus sacerdotes instruyen por paga, y sus profetas predicen por dinero; para colmo, se apoyan en el Señor, diciendo: «¿No está el Señor entre nosotros? ¡No vendrá sobre nosotros ningún mal!»


¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el Señor: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios.


«De modo que me acercaré a vosotros para juicio. Estaré presto a testificar contra los hechiceros, los adúlteros y los perjuros, contra los que explotan a sus asalariados; contra los que oprimen a las viudas y a los huérfanos, y niegan el derecho del extranjero, sin mostrarme ningún temor —dice el Señor Todopoderoso—.


»¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Dais la décima parte de vuestras especias: la menta, el anís y el comino. Pero habéis descuidado los asuntos más importantes de la ley, tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Debíais haber practicado esto sin descuidar aquello.


Él defiende la causa del huérfano y de la viuda, y muestra su amor por el extranjero, proveyéndole ropa y alimentos.


»No le niegues sus derechos al extranjero ni al huérfano, ni tomes en prenda el manto de la viuda.


»Si se descubre que alguien ha secuestrado a uno de sus hermanos israelitas, y lo trata como esclavo, o lo vende, el secuestrador morirá. Así extirparás el mal que haya en medio de ti.


»Cuando dos hombres tengan un pleito, se presentarán ante el tribunal y los jueces decidirán el caso, absolviendo al inocente y condenando al culpable.


“Maldito sea quien viole los derechos del extranjero, del huérfano o de la viuda”. Y todo el pueblo dirá: “¡Amén!”


La religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es esta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo.


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