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Génesis 2:7 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

7 Y Dios el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente.

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

7 Luego el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra. Sopló aliento de vida en la nariz del hombre, y el hombre se convirtió en un ser viviente.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

7 Entonces Yavé Dios formó al hombre con polvo de la tierra; luego sopló en sus narices un aliento de vida, y existió el hombre con aliento y vida.

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La Biblia Textual 3a Edicion

7 Entonces YHVH ’Elohim modeló al hombre de la tierra roja, e insufló en sus narices aliento de vida. Y el hombre llegó a ser alma viviente.°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

7 Entonces Yahveh-Dios formó al hombre del polvo de la tierra, insufló en sus narices aliento de vida y el hombre se convirtió en ser viviente.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

7 Formó, pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida; y fue el hombre un alma viviente.

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Génesis 2:7
33 Referencias Cruzadas  

Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó,


No obstante, salía de la tierra un manantial que regaba toda la superficie del suelo.


Te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres, y al polvo volverás».


Entonces Dios el Señor expulsó al ser humano del jardín del Edén, para que trabajara la tierra de la cual había sido hecho.


Pereció todo ser que habitaba la tierra firme y tenía aliento de vida.


que mientras haya vida en mí y aliento divino en mi nariz,


El Espíritu de Dios me ha creado; me infunde vida el hálito del Todopoderoso.


Ante Dios, tú y yo somos iguales; también yo fui tomado de la tierra.


¡cuánto más a los que habitan en casas de barro cimentadas sobre el polvo y expuestos a ser aplastados como polilla!


Reconoced que el Señor es Dios; él nos hizo, y somos suyos. Somos su pueblo, ovejas de su prado.


Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro.


El espíritu humano es la lámpara del Señor, pues escudriña lo más recóndito del ser.


Volverá entonces el polvo a la tierra, como antes fue, y el espíritu volverá a Dios, que es quien lo dio.


un tiempo para rasgar y un tiempo para coser; un tiempo para callar y un tiempo para hablar;


¡Dejad de confiar en el hombre, que es muy poco lo que vale! ¡Su vida es un soplo nada más!


A pesar de todo, Señor, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, y tú el alfarero. Todos somos obra de tu mano.


También cayó en sus redes el ungido del Señor, que era nuestra razón de vivir. Era él de quien decíamos: ¡Viviremos bajo su sombra entre las naciones!


Así dice el Señor omnipotente a estos huesos: ‘Yo os daré aliento de vida, y volveréis a vivir.


Os pondré tendones, haré que os salga carne, y os cubriré de piel; os daré aliento de vida, y así reviviréis. Entonces sabréis que yo soy el Señor’ ”».


Esta profecía es la palabra del Señor con respecto a Israel. Afirma el Señor, que extendió los cielos, que echó los cimientos de la tierra, y que puso en el hombre aliento de vida:


Pero Moisés y Aarón se postraron rostro en tierra, y exclamaron: ―Señor, Dios de toda la humanidad: un solo hombre ha pecado, ¿y vas tú a enojarte con todos ellos?


―Dígnate, Señor, Dios de toda la humanidad, nombrar un jefe sobre esta comunidad,


Acto seguido, sopló sobre ellos y les dijo: ―Recibid el Espíritu Santo.


ni se deja servir por manos humanas, como si necesitara de algo. Por el contrario, él es quien da a todos la vida, el aliento y todas las cosas.


Respondo: ¿Quién eres tú para pedirle cuentas a Dios? «¿Acaso le dirá la olla de barro al que la modeló: “¿Por qué me hiciste así?”?»


Así está escrito: «El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser viviente»; el último Adán, en el Espíritu que da vida.


El primer hombre era del polvo de la tierra; el segundo hombre, del cielo.


Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros.


De hecho, sabemos que, si esta tienda de campaña en que vivimos se deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa eterna en el cielo, no construida por manos humanas.


Porque primero fue formado Adán, y Eva después.


Después de todo, aunque nuestros padres humanos nos disciplinaban, los respetábamos. ¿No hemos de someternos, con mayor razón, al Padre de los espíritus, para que vivamos?


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