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1 Samuel 26:16 - Biblia Nueva Versión Internacional 2017

16 ¡Lo que has hecho no tiene nombre! Tan cierto como que el Señor vive, que vosotros merecéis la muerte por no haber protegido a vuestro rey, el ungido del Señor. A ver, ¿dónde están la lanza del rey y el jarro de agua que estaban a su cabecera?

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

16 Esto que has hecho no está bien. Vive Jehová, que sois dignos de muerte, porque no habéis guardado a vuestro señor, al ungido de Jehová. Mira pues, ahora, dónde está la lanza del rey, y la vasija de agua que estaba a su cabecera.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

16 ¡Eso no está nada bien! Juro por el Señor que tú y tus hombres merecen morir, ¡porque no protegiste a tu amo, el ungido del Señor! ¡Mira a tu alrededor! ¿Dónde están la lanza del rey y la jarra de agua que estaban junto a su cabeza?

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Biblia Católica (Latinoamericana)

16 Has actuado muy mal; ustedes merecen la muerte por no haber protegido a su patrón, al que Yavé consagró. Mira dónde están la lanza y la cantimplora de agua que estaban al lado del rey'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

16 No está bien lo que has hecho. ¡Vive YHVH, que sois dignos de muerte pues no habéis guardado a vuestro señor, al ungido de YHVH! ¡Mira ahora dónde está la lanza del rey, y la vasija de agua que estaba a su cabecera!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

16 No está bien lo que has hecho. Por vida de Yahveh, que vosotros sois reos de muerte, por no haber custodiado a vuestro señor, el ungido de Yahveh. Ahora mira dónde está la lanza del rey y el jarro de agua que había junto a su cabecera'.

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1 Samuel 26:16
11 Referencias Cruzadas  

Tan grande fue el enojo de David contra aquel hombre, que le respondió a Natán: ―¡Tan cierto como que el Señor vive, que quien hizo esto merece la muerte!


No hay nadie en mi familia paterna que no merezca la muerte en presencia de mi señor el rey. A pesar de eso, mi señor el rey le concedió a este tu siervo comer a la mesa real. ¿Qué derecho tengo de pedirle algo más al rey?


Al sacerdote Abiatar, el rey mismo le ordenó: «Regresa a tus tierras en Anatot. Mereces la muerte, pero por el momento no voy a quitarte la vida, pues compartiste con David mi padre todas sus penurias, y en su presencia llevaste el arca del Señor omnipotente».


para oír los lamentos de los cautivos y liberar a los condenados a muerte;


Que lleguen a tu presencia los gemidos de los cautivos, y por la fuerza de tu brazo salva a los condenados a muerte.


En ese tiempo también todos nosotros vivíamos como ellos, impulsados por nuestros deseos pecaminosos, siguiendo nuestra propia voluntad y nuestros propósitos. Como los demás, éramos por naturaleza objeto de la ira de Dios.


Mientras el hijo de Isaí viva en esta tierra, ¡ni tú ni tu reino estaréis seguros! Así que manda a buscarlo, y tráemelo, pues está condenado a morir.


y les dijo a sus hombres: ―¡Que el Señor me libre de hacerle al rey lo que vosotros sugerís! No puedo alzar la mano contra él, porque es el ungido del Señor.


En cuanto a mí, ¡que el Señor me libre de alzar la mano contra su ungido! Solo toma la lanza y el jarro de agua que están a su cabecera, y vámonos de aquí.


David le contestó: ―¿No eres tú el valiente sin par en Israel? ¿Cómo es que no has protegido a tu señor el rey? Te cuento que uno del pueblo entró con la intención de matarlo.


―¡No lo mates! —exclamó David— ¿Quién puede impunemente alzar la mano contra el ungido del Señor?


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