Efesios 3:8 - Biblia Lenguaje Sencillo (Nuevo Testamento)8 Aunque soy la persona más insignificante en el pueblo de Dios, él me dio el privilegio de anunciar a los que no son judíos la buena noticia de las bendiciones de Cristo, las cuales nadie puede contar. Ver CapítuloMás versionesBiblia Reina Valera 19608 A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, Ver CapítuloBiblia Nueva Traducción Viviente8 Aunque soy el menos digno de todo el pueblo de Dios, por su gracia él me concedió el privilegio de contarles a los gentiles acerca de los tesoros inagotables que tienen a disposición por medio de Cristo. Ver CapítuloBiblia Católica (Latinoamericana)8 A mí, el menor de todos los creyentes, se me concedió esta gracia de anunciar a los pueblos paganos la incalculable riqueza de Cristo Ver CapítuloLa Biblia Textual 3a Edicion8 A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos,° me fue dada esta gracia de proclamar a los gentiles el evangelio de la inescrutable riqueza del Mesías, Ver CapítuloBiblia Serafín de Ausejo 19758 A mí, el menor de todo el pueblo santo, se me ha dado esta gracia: la de anunciar a los gentiles el Evangelio de la insondable riqueza de Cristo, Ver CapítuloBiblia Reina Valera Gómez (2023)8 A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me es dada esta gracia de predicar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo; Ver Capítulo |
Dios nos dio a conocer sus leyes por medio de Moisés, pero por medio de Jesucristo nos hizo conocer el amor y la verdad. Nadie ha visto a Dios jamás; pero el Hijo único, que está más cerca del Padre y que es Dios mismo, nos ha enseñado cómo es Dios. Gracias a lo que el Hijo de Dios es, hemos recibido muchas bendiciones. Juan el Bautista habla de Jesús
Esto es verdad, y todos deben creerlo: Jesucristo vino a este mundo para salvar a los pecadores del castigo que merecen, ¡y yo soy el peor pecador de todos! Pero Dios fue bueno y me salvó. Así demostró la gran paciencia que Jesucristo tuvo conmigo. Lo hizo para que otros sigan mi ejemplo y confíen en Cristo para tener vida eterna.
Por eso te aconsejo que compres de mí lo que de veras te hará rico. Porque lo que yo doy es de mucho valor, como el oro refinado en el fuego. Si no quieres pasar la vergüenza de estar desnudo, acepta la ropa blanca que yo te doy para que te cubras con ella, y las gotas medicinales para tus ojos. Sólo así podrás ver.