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Levítico 8:22 - Biblia Spanish Sagradas Escrituras

22 Después hizo llegar el otro carnero, el carnero de las consagraciones, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero;

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Más versiones

Biblia Reina Valera 1960

22 Después hizo que trajeran el otro carnero, el carnero de las consagraciones, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

22 Después, Moisés presentó el otro carnero, el de la ordenación. Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

22 Hizo luego traer el segundo carnero, el carnero para la consagración, y Aarón y sus hijos impusieron las manos sobre su cabeza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

22 Seguidamente hizo aproximar el segundo carnero, el carnero de la consagración, y Aarón y sus hijos apoyaron sus manos sobre la cabeza del carnero,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

22 Mandó traer el otro carnero, el del sacrificio de la investidura, y Aarón y sus hijos pusieron las manos sobre la cabeza del carnero.

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Levítico 8:22
10 Referencias Cruzadas  

Esta es la ley del holocausto, del presente, de la expiación por el pecado, y de la expiación de la culpa, y de las consagraciones, y del sacrificio de la paz;


Toma a Aarón y a sus hijos con él, y las vestimentas, y el aceite de la unción, y el novillo de la expiación, y los dos carneros, y el canastillo de los ázimos;


Y tomó Moisés el pecho, y lo meció, en ofrenda de mecedura delante del SEÑOR; del carnero de las consagraciones aquella fue la parte de Moisés; como el SEÑOR lo había mandado a Moisés.


Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.


De él sin embargo vosotros sois renacidos en Cristo Jesús, el cual nos es hecho de Dios sabiduría, y justicia, y santificación, y redención;


Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.


Maridos, amad a vuestras mujeres, así como el Cristo amó a la Iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,


para presentársela gloriosa para sí mismo , una Iglesia que no tuviese mancha ni arruga, ni cosa semejante; sino que fuese santa y sin mancha.


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