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Cantares 8:2 - La Biblia Textual 3a Edicion

2 Te guiaría, te metería en la casa de mi madre, Tú me enseñarías, Y yo te daría a beber vino aromatizado Con el mosto de mis granadas.

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Biblia Reina Valera 1960

2 Yo te llevaría, te metería en casa de mi madre; Tú me enseñarías, Y yo te haría beber vino Adobado del mosto de mis granadas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

2 Te llevaría al hogar de mi infancia, y allí tú me enseñarías. Te daría a beber vino con especias, mi dulce vino de granada.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

2 Te llevaría a la casa de mi madre, a la habitación de la que me concibió. Te daría a beber vino fragante y un licor hecho de granada.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

2 Yo de guía, habría de llevarte a la casa de la madre y tú me enseñarías. Te daría a beber vino aromático y jugo de granadas.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

2 Yo te llevaría, te metería en la casa de mi madre, que me enseñaba; te daría a beber vino sazonado del mosto de mis granadas.

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Cantares 8:2
16 交叉引用  

Apenas los había pasado, Hallé al que ama mi alma, Me prendí de él y no quise soltarlo, Hasta que lo introduje en la casa de mi madre, En la alcoba de la que me concibió.


Madruguemos y vayamos° a las viñas, Veamos si ha brotado la vid, Si ya se abrieron sus flores, Si florecen los granados; Allí te daré mis caricias.


¡Cuán perfecto es tu amor, Hermana mía y esposa mía! ¡Cuánto mejores que el vino son tus caricias! ¡Cuánto mejor la fragancia de tus ungüentos que todos los perfumes!


Pero la Jerusalem de arriba, la cual es nuestra° madre, es libre.


ya que desde niño conoces las Sagradas Escrituras, las cuales pueden hacerte sabio en la salvación que por la fe hay en Jesús el Mesías.


Escudriñáis° las Escrituras, porque os parece que en ellas tenéis vida eterna, y ellas son las que dan testimonio de mí.


Y el cielo de tu boca como el vino generoso, Que de mi amado fluye suavemente, Y hace mover apaciblemente los labios de los que duermen.


Degolló sus víctimas, Mezcló su vino, Puso su mesa,


Y yo caí ante sus pies para adorarlo, pero me dijo: ¡Mira, no!, que soy consiervo tuyo y de tus hermanos, de los que retienen el testimonio de Jesús.° ¡Adora a Dios! porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.


Tenemos también la palabra profética, la más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro hasta que el día amanezca, y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones;


¡Oh, si tú fueras como mi hermano, que mamó los pechos de mi propia madre! Al hallarte afuera yo te besaría, Y nadie me despreciaría por ello.


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