El que inmola un buey, Es como si matara a un hombre; El que sacrifica un cordero, Es como si degollara a un perro; El que trae ofrenda vegetal, Es como si ofreciera sangre de cerdo; El que invoca y ofrece incienso, Es como si bendijera a un ídolo. Todos ellos escogieron su camino, Y su alma se deleita en sus abominaciones;
¿De qué me sirve, dice YHVH, la multitud de vuestros sacrificios? Harto estoy de holocaustos de carneros y de sebo de ganado gordo. No quiero sangre de bueyes, ni de corderos, ni de machos cabríos.
¿Para qué viene a mí este incienso de Sabá, O la caña aromada de países lejanos? Vuestros holocaustos no me son aceptos, Y vuestros sacrificios no me agradan.
YHVH responde así a este pueblo: Sí, gustan de vagabundear,° sus pies no se refrenan. Por lo tanto YHVH no se complace en ellos: Ahora recuerda su iniquidad y castiga sus pecados.
¡Ahora pues, implorad el favor de ’El,° para que tenga compasión de nosotros! Pues si de vuestra mano procede todo esto, ¿cómo lo habréis de aplacar?, dice YHVH Sebaot.
Y respondió Samuel: ¿Se complace YHVH en holocaustos y sacrificios, como en la obediencia a la voz de YHVH? He aquí, el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención es mejor que la grosura de los carneros.